Caracciolo Parra Pérez.
Refieren los lugareños de La Peña, que el sitio conocido como La Batalla Grande de La Peña, debe su nombre a una “batalla” (más bien una confrontación o escaramuza) que a finales del mes de junio del año 1918 se produjo en el lugar, entre el general Emilio Arévalo Cedeño y fuerzas del ejército del dictador Juan Vicente Gómez (1908-1935), comandadas por un general de apellido Camejo. En esta confrontación, las tropas de Gómez derrotaron a Arévalo Cedeño.
La “batalla” se escenificó en el conocido sitio de La Peña, al sur del municipio Infante, en inmediaciones del Orinoco medio, también al sur de la localidad de Parmana, en inmediaciones del llamado desde entonces, el Morichal de La Batalla o La Batalla Grande, cerca del asiento Lealeño, (por el hato que en la zona tuvo don Norberto Leal). Cuentan que en la confrontación fue derrotado el general Emilio Arévalo Cedeño, quien al salir derrotado, en su huída, tomó la vía que conduce al morichal de Carapa, guiado por un baquiano de nombre Antonio José Moya Hernández (Moyita), quien conocía muy bien la zona. Al llegar al morichal de Carapa, no pudieron pasar porque se encontraba anegado, debido al período de lluvias (entradas de agua a finales de junio), por lo que tuvieron que desviarse en la huida, hacia la cabecera del morichal, el cual es conocido hoy como el morichal de La Batallita, porque ahí tuvieron otro enfrentamiento, pero este fue un encuentro casual y rápido (se dispararon unos tiros), para evitar que las tropas del gobierno les cortara la retirada, cuando buscaban irse más al sur-este, de donde se desarrolló La Batalla Grande, hacia los predios del Fundo “Paso Pelao”, que era propiedad del señor Juan José Arzola, padre del señor Cruz Arzola Matos.
Informan quienes conocen la zona, que en el Fundo “Paso Pelao” los guerrilleros de Arévalo construyeron unas barricadas y unas trincheras de piedra (ripio) de los que en la actualidad todavía se conservan algunos vestigios. En ese fundo permanecieron escondidos tres días, mientras reagrupaban la tropa, se curaban y estabilizaban a los heridos. A los tres días fueron descubiertos por las fuerzas del gobierno, siendo todos los soldados de Arévalo asesinados (ajusticiados), menos el general Arévalo Cedeño y el baquiano Antonio José Moya, que en la refriega pudieron huir hacia la llamada Piedrota de La Peña, más al sur, buscando el río Manapire y así escapar de la columna del ejército que les perseguía.
Refieren, que cuando llegaron a La Piedra, los caballos estaban agotados (trozados), por lo que Arévalo tomó la decisión de distraerlos, dejando los caballos junto a “La Piedrota”, los máuser y los sombreros, colocados de modo que sobresalieran por encima de la gran roca, para que creyeran que eran los facciosos que estaban escondidos esperándolos para atacar al ejército. Mientras tanto, ellos huyeron velozmente a pie hacia la Quesera “Raimundito” muy próxima a la barranca del río Manapire. La Quesera “Raimundito” para ese entonces era propiedad del señor Mónico Matos Zamora, todavía existe, siendo propiedad en la actualidad de su hijo, el conocido productor agropecuario vallepascuense, José Quiterio Matos Hernández.
La citada quesera, por ser época de lluvias y estar localizada en zona anegadiza, estaba abandonada.
Cuando Arévalo Cedeño y Moya llegaron a las riberas del Manapire, se consiguieron otro obstáculo, el río estaba crecido e infectado de caimanes y caribes, de ahí, que Arévalo no quiso lanzarse al río, produciéndose una discusión con el baquiano Moya, que le insistía, que si no se lanzaban para pasar a nado el río, serían masacrados por las tropas de Gómez. Sin embargo, al revisar la casa de la quesera abandonada, encontraron dos tablones de congrio (árbol de madera muy dura, muy abundante en la zona), de los utilizados para almacenar queso, los cuales tomaron y utilizaron a manera de balsas para cruzar el río, para ello se acostaron en los tablones, los cuales eran impulsados por la corriente, de este modo pasaron hacia el otro lado, llegando a la Finca “Arrecife”, entre Cabruta y Santa Rita de Manapire. Lugar donde se juraron lealtad y se separaron. Antonio José Moya se regresó hacia los lados del sitio La Macanilla y el Paso del Guenero, para vadear el Manapire, y volver a los predios de La Peña. Arévalo Cedeño por su parte siguió hacia Cabruta, donde consiguió trabajo como ayudante en un barco que viajaba entre Cabruta y Puerto Ayacucho.
En el libro Mis Luchas, cuyo autor es el general Emilio Arévalo Cedeño, no hay referencia a este acontecimiento.
En otro orden de ideas, en el libro: “Reseñas históricas de Espino y Parmana” de mí autoría, expongo:
“No es de extrañar que durante la Guerra Nacional de Independencia (1811-1821) se haya producido algún tipo de acción bélica en jurisdicción de La Peña, entre las fuerzas patriotas y realistas, puesto que el Puerto de Parmana jugó un importante papel estratégico a favor de las tropas patriotas, porque sirvió de lugar de desembarque y abastecimiento de las fuerzas aliadas acantonadas en Guayana. Así está recogido en la correspondencia del general Antonio José de Sucre del año 1819 y en el Archivo del Libertador, Sección O’Leary, (1981), como valoración de la adhesión a la causa patriota de Parmana y sus sitios aledaños, y de su contribución a la gesta independentista”.
Para sustentar lo expuesto, se transcriben dos correspondencias que le remite el general Antonio José De Sucre al general Carlos Soublette.
Santa Cruz, a 16 de diciembre de 1819
Señor general Carlos Soublette.
Mí querido Carlos:
En la mitad del camino de San Juan a Achaguas encontré al general que me hizo regresar con él a Angostura. Me hizo estar allí un día y al siguiente me vuelve para Apure para que se prevengan víveres allí y en el tránsito para las tropas y le haga bajar toda la escuadrilla y cuantos buques encuentre, a Parmana unos y aquí otros.
Yo voy muy de prisa y bajaré de prisa por el Arauca y por tanto te escribiré y te hablaré en el río donde nos veremos muy pronto. Tu familia quedo buena: te abrazo y soy tuyo siempre.
ANTONIO J. DE SUCRE
Santa Cruz, 17 diciembre de 1819
Al benemérito señor general Carlos Soublette.
Señor general:
Para el mantenimiento de las tropas que V.S. conduce, he contratado con el comandante de este punto cien pesos de cazabe y algún dulce, y con el señor coronel Torres en Moitaco la adquisición de otros ciento. Yo sigo hoy para arriba y en todos los pueblos procuraré que se acopie pan cuanto se pueda, y de Parmana bajará toda la carne salada que haya. Cuantos buques encuentre en el tránsito los mandaré a este comandante, que los tendrá a las órdenes de V.S., además de los que vienen de Angostura.
Para el pagamento de pan, viene un oficial o comisionado a comprar cuanto se encuentre, que o lo pagará inmediatamente o se satisfarán por los recibos que V.S. mande dar.
Dios guarde a V.S. muchos años.
El general de brigada.
A. J. DE SUCRE
Como se puede apreciar, en las dos correspondencias queda muy clara la importancia estratégica de Parmana y su puerto, no sólo para el transito sin contratiempo de las embarcaciones patriotas, sino también para desembarcar y aprovisionarse de carne salada y otros víveres que se requerían para alimentar las tropas acantonadas en Guayana en el año 1819, después de la Campaña del Centro.
En ese sentido, antes de 1819, en opinión de J. A De Armas Chitty, (1961), “…Cuando la Guerra de Independencia invade el llano, varios Ledézma [de Espino, Parmana y otros sitios de la jurisdicción] acompañaron al general Pedro Zaraza a sostener la resistencia republicana entre 1814 y 1818”.
REFERENCIAS
Bibliográficas:
ARÉVALO CEDEÑO, Emilio. (1979): Viva Emilio Arévalo Cedeño! (El Libro de mis luchas), Autobiografía. Prólogo de José Antonio Armas Chitty. Caracas: Publicaciones Seleven, CA.
DE ARMAS CHITTY, J. A. (1961): Tucupido. Formación de un pueblo llanero. Caracas: UCV. Facultad de Antropología e Historia. Facultad de Humanidades y Educación.
DE SUCRE, Antonio José, (1981): De mi propia mano. Caracas: Biblioteca Ayacucho. (Selección y prólogo de J. L. Salcedo Bastardo). Archivo del Libertador. Sección O’Leary.
FUNDACIÓN POLAR. (1988): Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas. Segunda Edición. Editorial Libris.
HERNÁNDEZ G. Felipe. (2009): Reseñas históricas de Espino y Parmana. (Crónicas y Apostillas). Maracay: Imprenta Aragua. Fundación Editorial El Perro y La Rana. (En imprenta).
Testimonios y/o referencias:
- CRUZ ARZOLA MATOS (Productor agropecuario de 83 años, hijo de don Juan José Arzola, y dueño de finca en el sitio).
- GREGORIO “GOYO” JASPE GONZÁLEZ. (Habitante de la comunidad de La Peña; productor agropecuario, sobrino de Antonio José Moya Hernández “Moyita”, quien desde niño conoce la historia porque se la contaba su tío).
- JOSÉ VALENTÍN HERNÁNDEZ GONZÁLEZ. (Conocedor de la zona, con fundos ganaderos en la jurisdicción y entrevistador de los informantes).
- RAMÓN “CHIQUITO” ÁLVAREZ. (Habitante de la comunidad de La Peña, quien informó que el testimonio es completamente cierto, desde niño conoce el relato, el cual ha sido trasmitido oralmente de generación en generación entre los habitantes del sitio).
En la ciudad de Valle de la Pascua, a los 13 días del mes de marzo de 2010.
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