miércoles, 17 de marzo de 2010

Nuestras Raíces Históricas: EL HIMNO OFICIAL DEL ESTADO APURE

Argenis Méndez Echenique


Un símbolo es todo aquello que representa algo o nos sugiere la idea de algo. Así, por ejemplo, la cruz es símbolo del cristianismo; una señal de tránsito nos indica un próximo cruce, una parada, una curva, entre otras eventualidades. Caso particular lo constituyen los símbolos patrios, que, generalmente, están constituidos por la trilogía de bandera, escudo e himno. Y representan a la Patria, los valores autóctonos, la identidad, la idiosincrasia, de un pueblo, y hay que respetarlos y venerarlos.

Pero, entre nosotros, actualmente existe en los medios de comunicación social, en los colegios y en los actos oficiales la tendencia, negativa por distorsionante, a cantar nuestro glorioso himno regional “Vuelvan Caras”, cambiándole parte del texto de la primera estrofa por tiempos verbales incorrectos; pero tal alteración es fácil de detectar, pues al oírlo o leerlo con detenimiento, el oyente o el lector prevenido cae en cuenta que existen contradicciones gramaticales y cacofónicas en esa nueva versión que pretende imponerse.

Para aclarar un poco el asunto haremos una sucinta relación histórica sobre el establecimiento del Himno Oficial del Estado Apure, el caul ha sido catalogado por los expertos como uno de los más bellos cantos patrióticos de Venezuela.

La Apertura del Concurso. El 21 de Mayo de 1910, el Dr. José de Jesús Gabaldón, Presidente del Estado Apure, médico trujillano, decretó la conmemoración del Primer Centenario del 19 de Abril de 1810, fecha genésica de nuestra Independencia Nacional; y entre las medidas tomadas estuvo el abrir un concurso para seleccionar la canción patriótica que se utilizaría como Himno Oficial de laentidad. Así aparece en el artículo 5º, numeral 7(1): “Se promueve un concurso para la letra y aire ó música del Himno del Estado, al cual se invita á todas las personas competentes de dentro y fuera del Estado.

1º- Las composiciones [la letra] serán enviadas á la Secretaría General antes del último del próximo mes de Septiembre.

2º- El Jurado que debe elegir la composición que mejor tiene su objeto, se reunirá el día 28 de Octubre siguiente para dictar su veredicto.

3º- Elegida la letra del Himno se publicará en la “Gaceta Oficial” y en otros periódicos.

4º- La música para el Himno será remitida en pliegos cerrados hasta el día último de Marzo de 1911; y el Jurado que habrá de escoger la más adecuada, se reunirá el 19 de Abril inmediato, día en que se adjudicarán los premios á los autores que resultaren favorecidos”.

El Decreto que Oficializa el Himno. Documentalmente se conoce la existencia de dos composiciones poéticas “Catedrático” José de la Paz Suárez, nieto del prócer de la Independencia Nacional José Cornelio Muñoz y primer docente apureño graduado; con música del bardo apureño, orfebre y músico Juan Vicente Torres del Valle. Y otra, con letra de Don José Amadeo Garbi Galli, de prosapia trujillana y “general y magistrado judicial” en Apure; con música del maestro César Ramírez Gómez, nacido en El Socorro, República de Colombia, y director de la Banda Gómez”(3). Ambas composiciones fueron interpretadas por un grupo de niñas en la Velada Artístico –Literaria realizada la noche del 5 de Julio de 1911, en el Teatro Escalante, de San Fernando(4), que estaba ubicado donde hoy funciona la agencia del Banco de Venezuela, Calle 24 de Julio.

Se desconocen las razones por las cuales no se dio en ese momento el veredicto final del Concurso; pero se ha localizado el Decreto por el cual se oficializa en 1913, como Himno Oficial del Estado Apure, la canción conocida con el título de “Vuelvan Caras”, escrita por Don Amadeo Garbi (5):

“El Consejero de Gobierno, Encargado de la Presidencia

del Estado Apure;

CONSIDERANDO:

Que por Decreto del Presidente Constitucional del Estado, de fecha 21 de Mayo de 1910, se promovió un concurso dentro y fuera del Estado, sobre letra y aire del Himno Regional, con ocasión de las fiestas centenarias que se iban a celebrar; y

CONSIDERANDO:

Que es necesario para el Estado tener un himno propio como lo poseen casi todas las

DECRETA:

Artículo 1º- Se declara Himno de Apure el que compuso el ciudadano AMADEO GARBI en 1910, al cual puso música el señor CESAR RAMIREZ GÓMEZ; himno que se ejecutó y cantó en todos los actos públicos del Centenario de nuestra Independencia, y que ha continuado reputándose como Himno Regional.

Unico. La letra de la composición principia así:

Coro

¡Vuelvan Caras!...Al grito potente

el poder colonial sucumbió!

Y en las pampas extensas de Apure

oye el eco vibrar de esta voz.

I

Como el águila cruza el espacio

sin que nadie detenga su vuelo,

cruza libre el llanero este suelo

que su lanza y valor libertó.

y si ayer a la voz de Bolívar

respondieron los bravos centauros,

ceñiremos de nuevo más lauros

si se alzare un tirano ante nos.

II

Son los timbres de orgullo y de gloria

que ostentamos en nuestras banderas,

Mucuritas, Yagual, Las Queseras!

y otros campos de fama inmortal!

y a los nobles y heroicos varones

que de Apure ilustraron la historia,

venerando su augusta memoria,

batiremos la palma triunfal!.



III

Y hoy unidos con nuestros hermanos

de Orinoco a la cima del Ande,

a la paz que sus frutos expande,

sostendrá nuestro altivo valor;

y teniendo por norma las leyes,

escudados en nuestros derechos,

latirán de contentos los pechos

a los nombres de Patria y Honor.

Art. 2º- El Himno de Apure se ejecutará en los siguientes casos:

a) En la instalacióny clausura de la Asamblea Legislativa del Estado.

b) Para tributar el homenaje de estilo al Presidente del Estado.

c) En las fiestas y fechas clásicas regionales, y en los casos en que no esté permitido

tocar o cantar el Himno Nacional.

d) En todos los casos que revistieren solemnidad, ya sea del Poder Ejecutivo o de sus

agentes.

e) En las fiestas y actos de los Concejos Municipales, cuando tengan a bien revestirlas de

tal solemnidad.

f) Cuando se rindan honores al Presidente de la República o Ministros del Despacho en

visita, después que se haya tocado el Himno Nacional.

Art. 3º- El Himno de Apure es de obligatorio aprendizaje en las escuelas que funcionan en el Estado; y se cantará en ellas cuando se celebren actos públicos.

Art. 4º- De la letra y música del Himno de Apure se hará una edición en número de quinientos ejemplares que se distribuirán dentro y fuera del Estado, y se conservará en el archivo de la Secretaría General, en el de los Concejos Municipales y en las Oficinas de Registro Principal y Subalternas del Estado.

Art. 5º- Dese cuenta a la Asamblea Legislativa en sus próximas sesiones.

Comuníquese y publíquese. Dado, firmado y sellado con el sello del Poder Ejecutivo, y refrendado por el Secretario General, en el Palacio de Gobierno, en San Fernando a 19 de Diciembre de 1913. 104º y 33º. (L.S.) JUAN BAUTISTA ESTÉ. Refrendado. El Secretario General, DIEGO EUGENIO CHACÓN”.

Por lo tanto, la versión que vocalizan en los medios de comunicación social, en las escuelas y en los actos públicos oficiales está equivocada. La toman de una grabación que mandó ha hacer en 1970 la señora Carmen Morales de Valera, Gobernadora del Estado de ese entonces, en discos de 45 rpm, que se distribuyó en las escuelas.

En 1981, cuando se conmemoró el Centenario del Himno Nacional (25 de Mayo), el Profesor Carmelo Aracas Solórzano, Director de la Escuela de Música “Antonio Esteves”, de San Fernando, con un grupo de voces blancas del Grupo Escolar “Daniel O’Leary”, dio una clase magistral en el Programa Inicial de la Sociedad Bolivariana de Apure en la Radiodifusora del Sur (bautizado después como “Clarín Bolivariano”), con el fin de concientizar sobre el despropósito que se venía y viene cometiendo. El poeta Julio César Sánchez Olivo y otros intelectuales apureños también se han pronunciado al respecto en distintas ocasiones. Lamentablemente fue clamar en el desierto. Esperamos que ahora si, que estamos en tiempos de la revolución bolivariana y socialista se tomen las medidas correctivas: le corresponde a las autoridades educativas regionales y medios de comunicación social realizar esta modesta pero importante labor de Patria.

NOTAS:

(1)Libro del Centenario del 19 de Abril de 1810. Su celebración en el Estado Apure. Año 1910. Publicado por disposición del Poder Ejecutivo, en conformidad con el Decreto del 21 de Mayo de 1910. San Fernando, Tip. Apureña; pp. 6 y 7.

(2) El 5 de Julio en Apure, 1810 – 1911. Compilación ordenada por el Gobierno Constitucional del Estado. Documentos, programas, revistas, discursos, etc., incluyendo lo relativo á la conmemoración del 128º aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar. 2ª edición. San Juan de los Morros, Gobernación del Estado Guárico; pp. 67, 68, 76 y 77.

(3)MENDEZ ECHENIQUE, Argenis (1985). Historia de Apure. 2ª edición. Caracas, Miguel Angel García e hijo editores. Publicaciones del Cronista del Estado Apure. Biblioteca de Historia Apureña, 1; pp. 383 y 384.

(4) SANCHEZ OLIVO, Julio César(1980). Tres observaciones al libro “Del Apure Histórico”. San Fernando de Apure, Publicaciones del Cronista del Estado Apure, 15; pp. 11 y 12.

(5)LAYA, Carlos M.(1979). Del Apure Histórico. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República (Biblioteca de Autores y Temas Apureños, 1).

AME.-

Biruaca, Marzo 15 de 2010.

Imagen tomada de http://apurealternativo.blogspot.com/2008/02/palacio-barbarito.html

DE APURE, ACHAGUAS Y OTRAS ETIMOLOGÍAS

Alberto Hernández

I


Las palabras se posan sobre las cosas, sobre los accidentes geográficos. Los ríos y las sabanas saben de los sonidos que salen de la boca de los hombres, que nombran por vez primera con el asombro que la luz y la oscuridad hacen posible.

El ojo mira para que la boca nombre. Y con el sonido, los significados, el sentido. Cada palabra tiene lugar en la cosa pronunciada. El brillo de los ojos de un pájaro tiene un espacio en el espíritu de quien transita por la mirada en vuelo. La tierra se desnuda frente a quien la habla, sobre todo cuando le da nombre y la prolonga en el tiempo. Cada terronal, barranca, caño, mogote o sabana lleva en su mudez el nombre que le asignó el hombre que los habita. Así, el mismo hablante se hace parte de ese nombre, adquiere gentilicio con esa palabra que ya no tiene edad.

Esto lo sabe muy bien Edgar Colmenares Del Valle, perito en palabras, maestro en esto de verse por delante, por detrás y por dentro de esos sonidos que al salir de nuestro cuerpo se convierten en parte del otro. La palabra es comunión: nos revelamos en quien nos oye, pero también somos en quien nos nombra. Sucede de esta manera cuando quien moldea la arcilla verbal de un sitio ya es el sitio, el lugar, el agua y el paisaje que mira con los sonidos.


II


Con Colmenares Del Valle nos aseguramos al entrar en los vocablos Apure y Achaguas. Con el conocimiento que tiene de ellos, por estudiarlos y por ser de esos lugares, el estudioso se entrega completo con esas palabras. Escudriña, las toca, las acaricia, les habla, les pregunta, hasta que finalmente le extrae el sumo de su pasado, el significado de lo que llevan en su equipaje. Muchos han sido los estudios, muchos los viajes para adentrarnos en el sabor y saber de quien decimos con los labios abiertos: Achaguas, uno dice, el Padre Lorenzo Hervás, que la palabra “deriva del guaraní acang-hua que significa cabeza-cobollo (sic) y alude a la costumbre que tenían algunas etnias indígenas de desfigurarse la cabeza”.

Edgar Colmenares sigue en su cabalgar para darnos la primicia de Xagua, “es decir, el étimo que proponemos para Achaguas, es un indigenismo cuyo uso ya se documenta en 1515 en la obra de Padero Mártir de Anglería y, posteriormente, en las de Fernández de Oviedo, Las Casas, Gómara y otros de los cronistas de Indias”. Y así continúa, abierto a la lejanía que figura en la pampa apureña.

Muchas son las versiones –así como los significados- de Apure, “sin que tengamos un fundamento suficientemente objetivo, ni lingüístico ni histórico, para fijar con cierta exactitud su origen y su verdadero sentido”. Al parecer, es el río, ese sonido que serpentea con lentitud a través del llano. Esa culebra viva, gigantesca, cuya boca revela el nombre. También es una región. O un “olivo silvestre”. Agua, tierra y árbol, tres maneras de mirarlo y decirlo desde su adentro, desde su sangre. Y dice la versión multiplicada que Apure proviene del indígena Apur, “apelativo perteneciente a un cacique de la región”. O de Capuri, que tiene que ver con uno de los brazos del gran río. ¿Nos suena Capanaparo, Caparo, Capuri, Apuri, Apur, Apure?. La imaginación también nos acerca a la poesía: “tierra de más lejos que más nunca”. Gallegos usó esta imagen e hizo el Apure de Doña Bárbara, Cantaclaro.


III


El estudio etimológico de Edgar Colmenares del Valle es un trabajo para bucear con más oxígeno. Nos empuja a leer más que a escribir. De allí que este libro publicado por la Casa Nacional de Las Letras “Andrés Bello”, en la recién creada Cátedra Andrés bello de Estudios Lingüísticos, es un verdadero reto, un agradable reto que nos empuja a aprender más acerca de las palabras que nos dieron origen.

Pero el investigador no se queda allí, sigue jugando con los enigmas, con los étimos de muchas otras palabras, con las raíces y las hojas de las palabras que luego se hacen frutos. Frutos que nos acercan a sus sabores. Razón tenía entonces Oscar Zambrano Urdaneta al decir de Edgar: “...es uno de los representantes más inteligentes y mejor formados de la nueva lingüística venezolana. Tuve la suerte de ser su profesor en el Instituto pedagógico de Caracas, donde fue mi alumno durante los cuatro años que dura la carrera...”. Y Manuel Bermúdez, llanero como él y lingüista también: “Los nombres de Apure y Achaguas los vengo oyendo desde mi infancia. Y siempre han estado ligados a un lote regional de llano, que comprende el estado Apure y al distrito Achaguas, cuya capital le da nombre. Sin embargo, cuando uno habla de Apure, se refiere a San Fernando, la capital del estado. Y cuando habla de Achaguas se refiere a la población que alguna vez fue capital de la provincia apureña(...)Los lexicógrafos modernos son poco dados a buscar los orígenes de las palabras”. Pues, Edgar Colmenares Del Valle es la excepción: encuentra los sonidos, se los tropieza y los convierte en significados traídos de su nacimiento.

Viajamos en palabras sobre un río pleno de criaturas que también nos nombran desde su misterio, desde la tierra, el agua y el barro que las contiene. En Apure, en Achaguas, en todas las etimologías que el investigador nos entrega, habita quien sabe de dónde vienen, qué nos dicen y hacia dónde van.


Fotografía de Arturo Álvarez D'Armas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Rastreando nuestras raíces históricas: ¡APARECIÓ EL MASPARRO!

Argenis Méndez Echenique

La actual sequía no sólo ha traído preocupación por la disponibilidad de agua y energía eléctrica, sino que inesperadamente ha tomado vigencia “El Masparro”. Esta nave naufragó la madrugada del día 16 de Julio de 1914, en el sector de La Lagunota, en el río Apure, donde pernoctaba, a consecuencia de un fuerte vendaval que zarandeó la embarcación como si fuese un barco de papel. En su momento fue noticia de primera página en diarios regionales y nacionales, como Letras, de San Fernando, El Universal, de Caracas, y El Impulso, de Barquisimeto. Entre los primeros en enterarse del naufragio, a través del telégrafo, estuvo Juan Vicente Gómez, que estaba dando sus primeros pasos para afianzarse en el poder y quería controlar el país. Luego vinieron leyendas, mitos, refranes, cuentos y novelas, cuyo tema ha sido el “Masparro”.

Todavía en la octava década del pasado siglo era motivo de atención para los estudiosos e intelectuales regionales, entre los que se contaron a Don Felipe Martínez Veloz, la Dra. Ruth Snackenberg de Rodríguez, que escribió una novela, Oldman Botello, Cronista de la Ciudad de Maracay, y el autor del presente escrito, que lo reseña en su libro Trazos para una Cronología Histórica de Apure (1983). El “Masparro” nunca estuvo perdido. Siempre se supo del lugar donde se encontraba encallado. Si no lo creen, pregunten en Apurito y Santa Lucía.

El Vapor “Masparro” (1910)

Pero la expectativa de hoy es tal que ha generado una corriente de gente curiosa e interesada en conocer nuestra pequeña historia, tanto de Apure como de Barinas, hacia el lugar donde ha sido localizado el barco, lo que ha generado allí la instalación de tarantines para vender bebidas y comidas. Esto determinó que las Secretarías de Cultura y de Prensa del Ejecutivo Regional, Apure TV, las televisoras nacionales VTV y Venevisión organizasen una visita al lugar este pasado domingo 28 de Febrero, para informar a toda la comunidad apureña sobre lo acontecido. Ya han salido informaciones al respecto por la prensa regional.

Por Cultura asistieron Argenis Méndez Echenique, historiador, y Pedro H. Sánchez Archila, carpintero de ribera. Por los medios de comunicación estuvieron presentes las periodistas Luzmila Bolívar y Daniela Moreno, fotógrafos y camarógrafos. Allí se conversó con gente de las comunidades cercanas, como don Santiago Vicente Landaeta, de edad nonagenaria y nativo de Achaguas, don Juan Pérez, nativo de Apurito e investigador de la historia del pueblo, y con la familia Utrera (Luis y Nancy), de la comunidad de Santa Lucía, entre otros.

Los restos del “Masparro” se localizan semienterrados en la arena de un barranco del río Apure, a 7º59’56,52” de latitud norte y 63º0’39,25” de longitud oeste, a poca distancia del fundo de un señor Brígido, al este de Santa Lucía, en el llamado “Cañón de La Lagunota”, donde se forma un remolino, a unos 90 kilómetros de San Fernando.

Historia del Masparro. El “Masparro” era un barco con un motor a vapor y de chapaletas, con casco de hierro, una capacidad de 33 toneladas y pertenecía a la Flota del Orinoco de la Compañía Anónima Venezolana de Navegación (CAVN). Había comenzado a navegar por el Orinoco y sus afluentes en la última década del siglo XIX, bajo la responsabilidad de la Compañía de Vapor del Orinoco, de la Compañía Estrella Roja y de la Compañía Anónima Fluvial y Costanera de Venezuela. La CAVN se constituyó en 1911, teniendo como principal accionista al general Gómez.

En los primeros días del mes de Junio de 1914, el “Masparro” había sido capturado por un grupo de oficiales y soldados enviados en comisión a El Yagual (ante una eventual invasión desde Colombia por parte del general Alfredo Franco), que se insubordinó contra Gómez, capitaneado por el entonces coronel Pedro Pérez Delgado, “Maisanta”, e intentaron tomar a San Fernando; luego se dirigieron Nutrias, a la que controlaron algunos días y ante la imposibilidad de sostenerse allí abandonaron el buque, después de quitarle las chapaletas, que luego fue remolcado el día 14 de Junio por el vapor “Apure”, llegado con tropas del general José Ignacio Briceño, y llevado a San Fernando para su reparación.

La primera salida que hace este buque, después de su remozamiento, se da el día 15 de Julio. Pero, en la madrugada del 16, Día de la Virgen del Carmen, a consecuencias de un fuerte vendaval, naufraga en el río Apure, en las cercanías de la población de Apurito, conduciendo un pelotón del Ejército del Gobierno Nacional, que iba al Alto Apure a combatir un alzamiento armado en Guasdualito (La Periquera), y algunos pasajeros, para un total de 72 personas a bordo. El capitán del barco era Nicolás Subero, llevando como práctico (guía) a Juan Antonio Arrieta. El barco quedó volcado totalmente.

El comandante de la tropa militar era el General Ramón Garrido, aragüeño, ex - comandante del Batallón “Guaicaipuro”, del Ejército Nacional, acantonado en San Fernando, y con sobrada experiencia en la lucha de pacificación decretada por el General Gómez para Apure, acompañado de algunos oficiales, entre los que se contaba al General Ignacio Quintana (ex - Presidente del Estado Apure), Coronel Benjamín Olivieri (recién posicionado el día 14 como Comandante del Batallón “Guaicaipuro”, en San Fernando), Coronel Juvenal Colmenares (Segundo Comandante del “Guaicaipuro) y Coronel Enrique Pocaterra, más 30 soldados de tropa; los pasajeros civiles eran Tomás Márquez, Luis Trejo Esté (hijo de la ilustre educadora apureña Clarisa Esté de Trejo y nativo de San Fernando), Arturo Sanz y Francisco Lara. Perecieron ahogados 26 personas, entre las cuales se contaron siete tripulantes de la nave y al General Garrido.

Al conocerse la noticia del desastre, desde San Fernando fue enviado en su auxilio el vapor “Apure” y desde Nutrias salió el “Alianza”. Pese a todos los esfuerzos realizados, no se logró rescatar todos los cadáveres, entre ellos el del general Garrido. Las autoridades gubernamentales de Apure enviaron al vapor “Boyacá”, que zarpó de San Fernando hacia Lagunota, “para recuperar los diversos valores que iban en el barco, logrando en parte su propósito”.

Los restos del “Masparro” hoy día (28/02/2010)

Más tarde se hicieron varios intentos para rescatar la maquinaria del vapor, “que estaba reputada como buena y potente”, sin lograr ningún éxito. Luis Roncayolo, ligado a la empresa naviera propietaria, cuenta que el 2 de Enero de 1917 él, acompañado del Director de la Compañía, se trasladó en el “Arauca” al lugar del accidente para hacer el último intento, pero hubo que desistir del rescate de los motores “por considerarlo inútil y costoso”.

Considerando que el “Masparro” es una reliquia histórica y patrimonio cultural de Apure, se espera la intervención oficial para crear un Museo Fluvial con los restos de la embarcación y que sea tomado como símbolo del Proyecto Fluvial Eje Apure – Orinoco. En su momento, este barco fue vehículo de progreso para el Llano, facilitando el transporte de pasajeros y mercancías desde diferentes partes de la república. Además, el mismo está ligado a la historia de luchas y peripecias del legendario “Maisanta”, Pedro Pérez Delgado, contra la tiranía gomecista. Se requiere que la Policía o las Fuerzas Armadas custodien el lugar para evitar el total desmantelamiento de los restos del barco; pues, algunas personas desprenden pedazos de metal de la vieja estructura para guardarlo de recuerdo.

Naufragó en temporal en julio de 1914: RESUCITÓ EL VAPOR MASPARRO POR LA SEQUÍA EN EL RÍO APURE

Oldman Botello.


(.) En el naufragio en el Apure a 50 kilómetros de Achaguas murieron 26 personas entre ellos una veintena de soldados comandados por el general turmereño Ramón Garrido hijo


El último mensaje del general Ramón Garrido hijo, al general Juan Vicente Gómez, su futuro compadre, el 15 de julio a las once de la mañana, expresa: “Salgo hoy con el coronel Olivieri para Nutrias y Periquera (Guasdualito) a entregar Guarnición de dichos puntos”.

Se trataba de llevar personal de reemplazo a los pueblos del Alto Apure donde un mes antes habían disuelto tras incesante persecución a las fuerzas del general Pedro Pérez Delgado, Maisanta y las del coronel Ojeda, En junio de 1914 Maisanta, que era oficial del Gobierno, cambió la seña y se llevó el vapor Masparro hasta Puerto Nutrias, pueblo que asaltó, pero al llegar fuerzas oficialistas, debió abandonar la lucha y repasó la frontera con Colombia.


El barco semienterrado en la arena, en la orilla del Apure que está seco, en Lagunota


Todo esto viene a cuento por la conmoción existente en Apure, especialmente en Achaguas, porque la retirada de las aguas del río Apure, la tremenda sequía que padece, hizo reaparecer por primera vez, en 95 años, los restos del vapor de chapaletas Masparro, que se hundió tras una inesperada tempestad con vientos huracanados, a las 2 de la mañana del 16 de julio de 1914 cuando llevaba tropas al Alto Apure, al mando del coronel Ramón Garrido. En el naufragio perecieron 29 personas, se rescataron sólo siete cuerpos sepultados allí en las orillas del río y se salvaron unos pocos entre ellos el expresidente de Apure general Ignacio Quintana y el coronel Benjamín Olivieri, el Catire Olivieri, tachirense, que fue de los que vino con el general Castro en 1899 y luego eterno jefe civil de La Victoria hasta la muerte del general Gómez.


El Masparro


El steam-boat “Masparro” o vapor de chapaletas fue construido por la empresa norteamericana Mathison U. S. of Columbia y fue botado al agua en 1891, año en que comenzó a prestar servicios en comercio de cabotaje, fundamentalmente entre los ríos Orinoco, Arauca, Meta y ríos menores. Desplazaba 20 toneladas y una velocidad de 10 millas. No era propiamente un barco grande, sino un steam-boat, con un cuerpo superior o toldilla. Una nave de desplazamiento ligero, apropiada para conducir fuerzas militares en breve tiempo. De hecho, llevaba 7 tripulantes encabezados por Juan Antonio Arrieta, el práctico barinés, más una treintena de soldados de reemplazo, casi todos aragüeños al mando del coronel Garrido y algunos guariqueños y orientales que permanecían reclutados en San Fernando, en el batallón Guaicaipuro al mando del coronel Benjamín Olivieri.


El autor del presente reportaje sobre el barco, sujetando uno de las barras de dirección del barco. Detrás, el dispositivo donde se emplazaban las chapaletas.


Las campaña del Alto Apure


Las órdenes terminantes del general Gómez fueron que el general Garrido saliera en el Masparro, buque de la Compañía Venezolana de Navegación que el Gobierno arrendaba para esos traslados de fuerzas y armamento. El mes anterior lo habían pasado las fuerzas de Apure combatiendo al general Pedro Pérez Delgado que se había llevado el mismo vapor Masparro hasta Nutrias, pueblo que atacó pero fue disuelta su guerrilla finalizando el mes. Había que reemplazar el personal y esa tarea se le encomendó al general José Ignacio Briceño quien cuando fue a subir al barco se echó para atrás porque habían subido a un mono y dijo: “Yo no viajo con monos, esos bichos son pavosos” y eso le salvó la vida. Designaron a Garrido y el destino lo tenía marcado.


El temporal a media noche


A las 6 de la mañana del 15 de julio de 1914 partieron de San Fernando y el coronel Olivieri dejó encargado de la Guarnición al coronel Silvestre Castellanos. Todo transcurrió sin novedad en el viaje. Hicieron noche en el sitio de Lagunota, banda sur del río Apure, al noreste de Achaguas, unos cincuenta kilómetros de dicho pueblo.

Cuando todos dormían, cerca de la media noche se desató una tempestad con vientos rachados que hicieron soltar las amarras del barco. Quienes estaban a la intemperie abordaron rápidamente para no mojarse y todos se fueron a la banda que daba al río y el desbalance aunado a la carga que llevaban y el fuerte viento, hizo que el barco se fuera de lado y quedó con la cubierta hacia abajo no dando tiempo a nadie de saltar salvo unos pocos. Fueron aplastados por el Masparro que los arrastró en su naufragio.

Algunos lograron ganar la orilla. El general Ignacio Quintana., llanero bellaco, veterano de mil batallas, desde San Fernando, el 18 de julio a las dos de la tarde narra lo ocurrido en telegrama al general Gómez “todavía bajo la dolorosa impresión de la catástrofe en que providencialmente salvé la vida: “Sería la media noche cuando repentinamente se desencadenó en aquel lugar una violenta y huracanada tempestad que impulsó con furia el barco, rompió las amarras y lo volteó completamente. La sorpresa, la rapidez de la catástrofe y la oscuridad que nos rodeaba, hicieron más terribles aquellos momentos en que sólo se oía el grito de angustia del que se hundía, el aviso del que imploraba socorro y el llamamiento al del amigo que ganó la orilla.”

Los sobrevivientes fueron el general Ignacio Quintana, el coronel Benjamín Olivieri, Tomás Márquez, El Sute; Pocaterra, Marcos Martínez, Martín Domínguez, José Valero, Francisco Lara, cabo Wenceslao Rojas, Pedro Pablo González, asistente del general Garrido y Policarpo Canelón, de Aragua de Barcelona. Los fallecidos del ejército fueron: general Ramón Garrido, coronel Juvenal Colmenares, segundo jefe del batallón Guaicaipuro, coronel Arturo Sanz o Sáenz, capitán Alfredo Dávila, tenientes Pablo Emilio Sánchez, José Ramón Hernández, Sabino Colmenares, el joven subteniente Enrique Pérez Castro, de Maracay, ayudante del general Garrido (ascendiente del dirigente político Enrique Pérez Díaz y de la periodista Nitu Pérez Osuna y sobrino político del compositor Sebastián Díaz Peña); teniente Pedro Ferrigni, sargento de segunda Ismael Monasterios, distinguido Carlos Coronel, Sabás Franco, y los soldados Rufo Acosta, Ángel Padrón, Carlos Mendoza, Soledad Roquera (o Requena) y Rufo Guarepe, oriental. Los tripulantes Felipe Gómez, José Delgado, Federico Garrido, Luís Eduardo Carpio, Rosalino Cegarra y Pedro Montaña, más un muchacho conocido sólo como José. Fueron rescatados los cuerpos del coronel Juvenal Colmenares, José Ramón Hernández, Pablo Emilio Sánchez, un soldado y dos marineros de la tripulación, que fueron sepultados bajo la sombra de los cujíes del lugar, bastante inundado por la temporada invernal.


Gral. Ramón Garrido hijo


La noticia la supo el general Gómez el día siguiente, el 17 de julio a las 2 de la tarde por telegrama reenviado por el operario Acosta, desde la oficina de Camaguán, pues una tempestad que también afecto a San Fernando, tumbó la línea telegráfica. Firmaron el informe el presidente del estado Dr. José Rafael Núñez y el secretario general Dr. A. Acosta Medina. El general Gómez envió sus condolencias al padre del general Garrido y a la inconsolable viuda doña Agustina Obregón de Garrido a cuyo cargo quedaron seis niños huérfanos de padre: Leonidas, Bertha, Luís, Héctor, Horacio y Raúl Garrido Obregón. Al morir el coronel Garrido contaba con 44 años de edad y un brillante porvenir. El general Gómez, su amigo personal, le había ofrecido un hijo para bautizarlo, según es tradición en la familia, pero no se concretó por su repentino fallecimiento. A las tres de la tarde llegó otro telegrama de telegrafista Acosta al Director de Telégrafos en Caracas, general Anzola quien lo remitió al general Gómez.


¿Fue una brujería?


Una conseja o tradición recorre Achaguas y Apurito. Se dice que cuando las fuerzas militares desembarcaron, hallaron en las cercanías una troje donde al parecer se practicaban ciertos ritos de seudoreligión o magia negra. Alguien dio orden de quemar todo aquello y la que llamaríamos la sacerdotisa supuestamente habrían lanzado un maleficio que fue el que causó el temporal precisamente desencadenado a las 12 de la noche y que hundió el barco a las 2 de la mañana aproximadamente. Eso lo cuentan allá y todo queda en el misterio.



El vapor Masparro, en el puerto de Ciudad Bolìvar a comienzos del siglo XX


El río seco exhumó el Masparro


La sequía afectó al río Apure. En Lagunota, donde se miden 365 metros de orilla a orilla, desde Apure a Barinas, el río apenas presenta actualmente unos metros de agua.

Enfrente, en la orilla barinesa está el fundo del ingeniero civil Esteban Mayol, Santa Elena de Crecencia. La sequía permitió que el barco emergiera. Allí está, aún boca abajo, lleno de arena, de sedimento, sólo queda al aire parte de la plataforma inferior, dos de las barras de dirección, los ejes que impulsaban las chapaletas, el acero donde se incrustaban estas chapaletas de madera de la cual sólo quedan fragmentos. Es curioso que parte de la quilla del barco está bajo la orilla, lo que quiere decir, que esa orilla cuando el barco naufragó estaba más retirada hacia el sur y el río fue sedimentando el área, ocultando unos tres metros del barco. Debajo están esqueletos, armas, espadas, municiones y la mercancía que pudiera conservarse en 95 años del naufragio.

Las autoridades municipales de Achaguas están interesadas en el rescate del barco aunque aún no hay un proyecto sobre lo que harán. Lo que si es cierto es la sorpresa que causó la aparición del barco después de casi un siglo. En julio serán los 96 años del hundimiento. Rescatarlo, llevarlo a la orilla, será un incentivo turístico más para Achaguas acondicionando la carretera de tierra que conduce hasta la orilla del río que es infernal. Por otra parte, deben rescatarse los restos humanos que están allí y darles cristiana sepultura.

El autor quiere manifestar su agradecimiento al concejal y ex-Presidente del Concejo de Achaguas don Pedro Nieves, al cronista de Achaguas profesor Elisur Lares y al profesor Antonio Breto Peña, vecino de Achaguas por la colaboración prestada para llegar hasta el sitio del acontecimiento.

lunes, 1 de marzo de 2010

RUMBO AL ORINOCO Y OTROS CUENTOS. Texto de Edgardo Malaspina.

Jeroh Juan Montilla


Es un lugar común decir que el arte literario está conformado por cuatro géneros, la narrativa, la poesía, la dramaturgia y el ensayo. Sin embargo el espacio de lo literario no se delimita a estas normativas y muy trajinadas regiones de la imaginación escrita. Es necesario mencionar géneros hoy “emergentes”, en ellos hay mucha tinta impresa, en realidad no son muy novedosos, pero la tradición literaria los confinaba en un limbo, allí permanecían fronterizos o extraterritoriales. Estos son los géneros epistolar y los diarios personales.

Larga, enredada y manida es la discusión si estos dos últimos son o no literatura. Tzvetan Todorov dice: “En nuestros días, seguir insistiendo en la cuestión de los géneros puede parecer un poco ocioso y hasta anacrónico” (Pág. 47) Este estudioso, apoyándose en la apreciaciones de Maurice Blanchot, habla de como los géneros literarios se diluyen, se mezclan y sólo queda como producto es el libro por si mismo, resistiendo las incomodidades de lo genérico. La obra desobedece al género, pero de un modo paradójico, desobedece para enriquecerlo. Véase esas cumbres narrativas que conocemos como Ulisses de James Joyce y Rayuela de Julio Cortazar. Lo más sabroso de estas piezas es su dificultad lectora, el como nos obliga a leerlas con la brújula de la imaginación por delante.

Muchos narradores se valen del subterfugio técnico, que ofrecen la horma personalísima de la carta o la íntima continuidad del diario, para presentar historias de una maravillosa fuerza literaria. Ejemplo de ello es la novela Relaciones peligrosas de Chordelos de Laclos donde la atmósfera cómplice de lo epistolar nos atrapa desvergonzadamente. Es ese gusto por hurgar lo ajeno, el voyerismo ante la desnudez del otro en sus miserias y virtudes. También podemos mencionar al texto Cartas a un joven poeta, donde Rainer María Rilke mezcla lo franco y rudo de la didáctica escritural con la tersura de una poética con sentido inicial. En la parte de los diarios pueden mencionarse el de Franz Kafka, los dos del filósofo danés Kierkegaard, el personal y el que tituló Diario de un seductor, donde filosofía y literatura enmascaran la confesión personal, o ese dulce y melancólico diario de viaje que Azorín tituló La ruta de don Quijote.

Todo lo anterior sirve como preámbulo para escribir sobre la más reciente publicación del doctor Edgardo Malaspina: Rumbo al Orinoco y otros cuentos editado por la Fundación Editorial El perro y La Rana, Sistema Nacional de Imprentas, sección Guárico. Dentro de la colección cuentos: Argenis Rodríguez. Con un prólogo del periodista y cronista de la ciudad de San Juan de los Morros Argenis Ranuarez Angarita.

Edgardo Malaspina es oriundo de Las Mercedes del Llano, estado Guárico. Médico de profesión, docente universitario, editor dedicado cronista. Edgardo es muy prolífico como escritor, sus publicaciones tocan temáticas como la poesía, la política, la medicina, la crónica, la biografía, el arte, la narrativa, la historia local y la ética. En el caso de Malaspina vemos como se invierte la relación técnica entre tradición y la novedad genérica. Este escritor es un diarista pleno, su poesía y su narrativa, son en este caso la excusa, o mejor dicho, el subterfugio para continuar la escritura de ese gran diario de viaje que es toda su obra. Su poesía, tiene ese tono de lo huidizo, de una particular ansiedad ante la precariedad de lo instantáneo ya que el tiempo, que estaremos frente a lo rotundo de un suceso o a la gama infinita de detalles de un paisaje, es breve. Porque sólo estamos de paso, y ese momento o paraje único, el cual con toda seguridad dejaremos atrás para siempre, debe imprimirse con el afán de sus tintes más fuertes en la memoria imaginaria.

En Rumbo al Orinoco Malaspina explora una territorialidad donde lo telúrico y lo sentimental se mezclan en la fragua del tono local, mostrando sus haceres de cronista de soleado pueblo llanero. Un cronista que ha trajinado con mucho tiento la narrativa de Chejov, y muy al igual que este narrador y médico ruso, conoce de manera directa esos personajes que en la anonimia de los apartados pueblos viven enlazados a las perplejidades existenciales y universales que atormentan todos las mentes y corazones humanos de este planeta. Son emblemáticos en este libro relatos como Naturaleza muerta y Conversos, el primero hilado con la paciencia enumerativa de una gustosa oralidad y rematado con una puntada de sorpresivo humor negro, un humor que nos deja una mueca de no saber que diablos definitivamente somos los seres humanos, si debemos reír de modo condescendiente o enfurecernos y condenar a la especie. Y el otro lleno de esas dudas viscosas que no se despegan de nuestra conciencia, por más convicciones personales que tengamos a cuestas, o por más que nos restreguemos la mugre vivencial con panaceas filosóficas y religiosas. El relato que le da título al libro tiene asertivamente ese sentido narrativo del maestro Chejov, que sabía construir historias que nos dejan con una mayúscula interrogante en medio de nosotros mismos, historias que “intencionalmente” no concluyen. Que quedan como un extraño, pero a la vez sospechosamente familiar, objeto que alguien desconocido nos deja en las manos en una calurosa noche de entrecaminos. Definitivamente saludamos este trabajo de Edgardo, de muy buena madera narrativa, sabemos que vienen otros en camino, como lectores fieles y cultivados aguardamos para continuar el viaje en las líneas de su diario.