jueves, 5 de agosto de 2010

CONDICIONES QUE FAVORECIERON UN CLIMA EMANCIPATORIO EN LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS

Ponencia presentada en el
XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA,
20 DE JULIO DE 1810-20 DE JULIO DE 2010
Támara- Casanare, República de Colombia, julio 17 al 20 de 2010.


Adolfo Rodríguez
(Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela)

INTRODUCCION

De la invasión hispana del territorio de los actuales Llanos Colombo Venezolanos, en el siglo XVI, a la proclama del Libertador Simón Bolívar en 1818 reconociendo a sus habitantes llaneros como “independientes a pesar del imperio español”, median casi tres siglos, en que el paisaje y la cultura local experimentan una notoria transfiguración. Reacomodo con antecedentes remotos en la visión del espacio llanero como consustaciación del habitante con tal territorialidad en oposición al rechazo del mismo por parte del extraño. Y, a posteriori, la inesperada e involuntaria adaptación, cimarronaje y multiplicación, en dichos llanos, de la ganadería mayor proveniente de Europa (bovinos, equinos y otros). Y, particularmente, la llanerización del caballo traído para oprimir (*), invistiéndose, a un tiempo, de energía liberadora (**). Que al asumirlo, etnias y demás grupos sociales perseguidos, para montar, configuran una cultura que acrecienta asi, el conocimiento y control del nuevo habitat. .
Los procedimientos expoliadores y represivos dirigidas a la apropiación de la ganadería cimarrona por parte del poder colonial, con vistas a la comercialización de la carne, cueros, sebo y otros subproductos, legitiman tal usufructo, a través de recursos administrativos como encomiendas, auciones, mercedes, composiciones, reales cédulas, ordenanzas de llano, etc. Que dan lugar, a su vez, a subterfugios para la captura del ganado con desjarretaderas, brujeo, corrales falsos, coleo, hueseo, etc. y alternativas societarias (cumbes, rochelas, bandidismo llanero, etc.), amen de alianzas simuladas u ostensibles, interclasistas o interétnicas.
El sector mas ilustrado de la colonia no cae en la indole irreversible de la nueva realidad, hasta que no es alertado por el pensamiento ilumnista. Es Humboldt, quien da cuenta de la neoetnicidad, como grupo sociocultural que se autodefine “llanero”, ostentando autonomía de acción y asiéndose de un corpus doctrinal o código que les permiten diferenciarse, adscribir o excluir a los otros. Caso éste factible solo cuando hay resistencia por parte de la otridad instada a la adscripción.
La dirigencia política de la revolución emancipadora no calibrará, oportunamente, la fortaleza de una cultura con poderío suficiente como para incidir determinantemente en la caída de dos proyectos republicanos (1812 y 1814). De manera tal que, advertido Bolívar de ello, los asuntos comienzan a favorecer su causa, como apunta en 1817: “Ahora más que nunca debemos confiar en la fortuna, ya que empezamos la restauración de Venezuela por donde debemos: por el Orinoco y por los Llanos“

(*) Infiere Galeotto (1995) que “Sin caballos no se habría conquistado nunca esta tierra, porque los cristianos son pocos respecto a los indios y se comprueba en países en los cuales no se pueden aprovechar los caballos, pues allí resisten valientemente y no se les puede conquistar” (p. 114)

(**) Usando un tiempo verbal futuro, Bolivar expresa a los llaneros en su proclama de 1818 que “sereis independientes a pesar del imperio español”. Aunque es el presente el que emplea al decir que “vuestros caballos, vuestas lanzas y estos desiertos os libran de la tirania”. Una disponibilidad libertaria que, a nuestro entender, data del mismo instante en que una etnicidad cristaliza, ya que toda manifestación sociocultural original, articulada a lo primario, nace impelida por la libertad, bien intangible que, a su vez, le imprime razón de ser.

EL MEDIO FISICO LLANERO

Como unidad ecológica y de paisaje, los Llanos de la Orinoquia se encuentran distribuidos entre Colombia y Venezuela, (latitud 3º10º N y longitud 62º a 74º W), abarcando una extensión aproximada de 500.000 Km.², siendo la porción venezolana un 68% del área total. Un 31,2% de la superficie de Venezuela. La tercera parte según Sigen y Vareschi (1982), para quienes la superficie venezolana alcanza casi 400.000 Km2.
La Región Central Llanera Colombo-Venezolana forma parte de la Gran Depresión Longitudinal Sudamericana, mayormente cubierta por vegetación de sabana. Se extiende de Oeste a Este desde el piedemonte oriental de los Andes hasta la región nor–oriental de Venezuela, donde desciende de la Serranía del Interior de la Cordillera de la Costa hasta el río Orinoco, que la separa de Guayana, al tiempo que la empalma con el sistema amazónico, en el tramo meridional del río Guaviare, en territorio colombiano. Una longitud territorial de 1.300 km., entre el piedemonte andino-llanero y el océano Atlántico, en las bocas del Orinoco, con amplitud máxima de 400 km., entre la ciudad de San Carlos, al norte y el río Meta, al sur (Vila, M. A., 1967; Zamora y Domínguez, 1987).
Continuidad geológica, geomorfológica, biótica y cultural, que se expresa en el marcado extremismo de sus estaciones, abundante red fluvial, variedad de biotopos y extensión fronteriza de doscientos cincuenta Km2 cuadrados en territorio colombiano y trescientos mil en Venezuela. Una amplitud que hizo pensar a Gallegos (1977) que “en la llanura por todas partes se va a todas partes” (p. 166). Se entra o se sale de ella, sirviéndose de su red de ríos y vecindad con otros relieves: “paisaje uniforme de comunicación abierta” según Kaldone (1984). Fronterizo de selvas, zonas montañosas y grandes cursos acuáticos, explica esa articulación con casi todas las regiones geográficas subcontinentales.
Territorio de la desmesura, la vastedad llanera, usualmente es susceptible a la hipérbole:
1) Hiperespacialidad resultante de la extensión y anchura territorial.
2) Hiperuniformidad derivada de un predominio de la sabana abierta frente a la sabana arborada o boscosa:
) Hiperdiversidad, proveniente de la multiplicidad de zonas de vida, la hidrografía, los biotopos, contrastes limítrofes, hiperestacionalidad. (*).……
Indole bipolar, topográfica, ecosistémica, climática, que no poco peso ha ejercido en la dinámica sociocultural. Dinamica que Gallegos (1977) resumió con la metafora de un “péndulo que se mueve sobre la llanura: de la inundación a la sequía y de la sequía a la inundación” (p. 231).

La tradición cultural colombo-venezolana atribuye al llanero marcada dependencia a “su geografía”. Lo cree Ovalles (1905) cuando estima, procedente del “medio”, su “entidad psicológica”, Rómulo Gallegos presumiendo una “tiranía de lo llano” expresada en ideología igualitaria y que hace pensar a Domingo Alberto Rangel (1974) que allí la naturaleza parece “superponerse a la especie humana, y por encima de las diferencias sociales”.
Opinando De Armas Chitty (1952) que “en esa forja de la voluntad que es la intemperie, “la llanura guariqueña acusa físicamente dos geografías, y dentro de ellas, sicológicamente, dos perfiles”: el del Alto Llano, desconfiado, siendo abierto el del Llano Bajo, subrayando que “cada hombre se parece a su ambiente” (1979), añadiendo que “el llano ha creado, de acuerdo con su geografía, dos caracteres: al norte, reservado, malicioso, un hombre que trata de explorar la intención de la persona a quien se dirija antes de hablarle; al sur, el hombre difiere del otro porque parece no tener malicia. Se da sin reservas. Junto con la taza de café entrega un acento cordial que sólo da el hijo del alto-llano cuando se familiariza.



LLANERIZACION DEL CABALLO

En un lapso de casi cincuenta años comprendido entre finales del siglo XVI y mediados del XVII, pudo gestarse este inusitado hecho ecoétnico, de indudable singularidad en la historia continental. Un proceso que se inicia con la adaptación, involuntaria y espontánea, de componentes bióticos de procedencia europea, en los espacios de las grandes sabanas. Hay un significativo momento de tal mutación, en que el temor de los indios a los caballos, se revierte en asociación entre ambos. Un estallido de nueva etnicidad, a posteriori del acondicionamiento, a la región, del caballo berebere (*), devenido así en caballo llanero luego de unas cuantas generaciones durante el lapso mencionado. Un proceso reproductivo, gestado inicialmente al margen de la mano del hombre: “20 manos de alto, una magnifica presencia, son fuertes, capaces de soportar grandes fatigas y son grandes corredores. Las mulas se usan con gran frecuencia para montar” de acuerdo con observación de Hambleton, J. N., quien visita Ciudad Bolívar en 1818 (Pineda, R., 1980, I, p. 189)

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*) Refiere Humboldt (1956) que “Los caballos de los Llanos provienen de la hermosa raza española y no son de gran talla. Tienen generalmente un color castaño uniforme, como la mayor parte de los animales salvajes. Padeciendo a su vez de la sequía y de las inundaciones, atormentado por las picaduras de los insectos y de los grandes murciélagos, pasan una vida áspera e inquieta. Sólo después de haber recorrido durante algunos meses los cuidados del hombre se desenvuelven sus buenas cualidades y se ponen finos…” (T. III pp. 189-190).

Diciendo Luís Alberto Crespo de un caballo "sabanero", "prototipo del caballo criollo" según J. Giacoppini Zárraga, caracterizándolo con una "impaciencia de la oreja habituada a oír la enormidad que había sido su cuna". Para Crespo "tuvieron que transcurrir los primeros veinticinco años del siglo XVI para que el hijo del caballo berebere y nómades venciera las ingratitudes de los climas tropicales, el acoso de las plagas y la pobreza de los pastos. Abandonaron sus islas natales de Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y se dieron a galopar por las sabanas y charcos de Tierra Firme, expuestos al vendaval, la sed, el hambre, a las fieras. Perdieron el donaire de los ancestros, pero ganaron en resistencia y orgullo”. Según palabras de JGZ "perdió alzada y cobró resistencia. Perdió belleza y ganó una increíble capacidad de aguante. Hubo de soportar las peores inclemencias (Crespo. L. A. "Hace quinientos años regresaron a su tierra de origen los caballos desde España hasta don José Giacopini Zárraga", El Diario de Caracas, 3.10.1991).

Pudiendo agregarse que ganó también libertad cuando hizo suyo un territorio sin linderos, una capacidad de sobrevivir en él, una asociación con la horizontalidad y el sin fin, que concurre al proceso de transfiguración del hombre que se le une. Surge así el llanero: el hombre que asume el llano desde el caballo asumido por el llano. Reconstitución en libertad.

Fue un detonante reetnizador, la habituación del caballo al ecosistema llanero colombo-venezolanos. Ya que de tal dinámica deriva la neoetnicidad llanera. Reelaboración gestada, con sus singularidades territoriales e histórico- culturales, en otras regiones de América:

Fue factor decisivo durante las guerras del siglo XIX:
El Secretario de Interior H. Pérez de Velasco, jefe político en enero 6 de 1846 escribe que “sin caballos no se puede obrar en el Llano y sin caballos las tropas acuarteladas, no hacen más que pasar el tiempo” (AGN, I y J, ts. CCCXX (1,96), CCCII (1,30, 137).

ESPECIFICIDAD DEL MODELO DE APROPIACION DE RESES Y TIERRAS EN LOS LLANOS

El control de la ganadería cimarrona de los Llanos por parte del poder colonial y los propietarios, debió constituir un verdadero desafío a la imaginación, ya que se ponen en práctica diversas estrategias de apropiación, sobre todo cuando en las primeras décadas del siglo XVII se incrementa la exportación de cueros hasta alcanzar el primer lugar en la Capitanía General de Venezuela. Entre tales estratagemas:

1) El envío de esclavos negros y otros intermediarios mestizos por parte de los hateros para la administración y manejo de sus "propiedades" (Chacin Soto, 1972: 14; Castillo Lara, 1984: 199-200).

2) Las "auciones" o "acciones" de hato otorgadas por los cabildos a "criadores" que no podían obtener la tierra por composición ni mercedes y ejercer con aquél procedimiento el derecho de pasto para los rebaños y disponer del ganado "cimarrón" u "orejano" (Castillo Lara, 1984: I, 192 y 193).

3) La fundación de poblaciones, cuyo principal propósito fue la cacería de ganado cimarrón para la exportación del cuero. Consideramos que ese fue el objeto de Santa María de Manapire erigida en 1632 por Juan de Urpín, San Miguel del Batey fundada en 1649 por Miguel de Urbés, Nuestra Señora de Calatayud fundada por Ochogavia hacia la misma época y La Nueva Cantabria, fundada en 1643 por el Gobernador de Trinidad y Guayana próxima al sitio donde se encuentra Cabruta

RESPUESTAS ANTI-HATERAS DE LOS INDIGENAS

Tempranamente, en el siglo XVI, los ganados establecidos en forma de ganadería de corral en la zona centro-norte-costera de Venezuela, presionaron para alcanzar nuevas zonas de pasto y agua. Fue una de las razones fundamentales del denominado cerco del Llano. Y de la fundación en 1584 de San Sebastián de los Reyes, como avanzada hacia los que serían considerados Llanos de Caracas y que, indistintamente, de acuerdo con la preeminencia local, determinada por la provisión de carne para la capital de la Provincia, ostentaron el privilegio de ser el hinterland predilecto: San Juan, San Antonio, Platilla, Paya, Aricapano, Palmas.

La documentación revisada considera que las etnias indígenas que poblaban la región o incursionaban contra las avanzadas hispánicas, eran caribes que subían desde el Orinoco, cumanagotos que llegaban hasta Chaguaramas, al este; “Tamanacos de uno y otro lado del Tocopio; tomusas que bajan de Guaribe, caracares, gueres, etc. “Y se recuerda que el capitán Andrés Román en un tribunal instituido en las Palmas para juzgar a los “indios rebeldes” denominaba indistintamente caribes, auribires, chacaracas, arucos, palenques y cumanagotos,

Modelo de resistencia que persistió durante casi todo el siglo XVII, como podemos testimoniar: Una reacción que aún persistía en esta región del río Portuguesa hacia 1789 (Izard, 1988, 38).

ETNICIDADES AFROLLANERAS



La presencia de etnias afroamericanas en tierras de los llanos centrales data de comienzos del siglo XVII, en que se habla de "negros y mulatos" en el Partido de las Palmas, llevados allí por los dueños de hatos para que los auxilien en la recolección del ganado (Chacín Soto, l972: l4). Autor que hace referencia, más o menos hacia la misma época, del pardo Andrés Montero, participante en una entrada del Capitán Tomás Ochoa contra amaibas, otomacos y paimas (p. 89 ). Presencia esclavista o dominadora, que debía tener ya su contrapartida, en cumbes, caseríos, guaridas o rochelas, en razón de lo que advierte Vargas Machuca en 1610, con respecto a Margarita, sobre la facilidad con

que un negro podía hacerse "cimarrón" "teniendo la comida segura en el dicho ganado..." (Acosta Saignes, l96l: 25l). Y, efectivamente, el 4 de febrero de 1645, informa el Alcalde Deán Cristóbal Quixano que "...de pocos días a esta parte han faltado y ausentándose de esta ciudad mucha cantidad de negros...”, haciéndose eco de la "noticia" de que en la "provincia de los L (l) anos... están retirados... mucha cantidad de dichos negros, y otros...." (Actas del Cabildo, VII: 93).

Situación a la cual se refiere la R. C. de 1651 con respecto a la fundación de hatos en Paya, San Antonio, Las Palmas, Aricapano, La Platilla y el Tinaco, que habiendo estado en posesión quieta y pacífica muchos años, ¨diferentes personas, so color de alguna parte de aczion, se han yntrodusido yéndose a los hatos y partes donde pasta el dicho ganado estándose en él… llevan mestizos, mulatos y yndios libres… que los ayuden¨. Pero que han sido la causa, según dicha RC, de la despoblación de los hatos y el que falten, mas de sesenta mil cabezas y, en las matanzas, mas de veinte mil arrobas de sebo y otras tantas de manteca….¨, etc., etc.

Observando O´ Leary, durante la Independencia, que “La masa de los habitantes de las tierras cálidas se compone de negros o descendientes de africanos, mulatos y zambos o cuarterones, todos marcados de la misma manera, por las proporciones de los europeos de sangre pura” (O´Leary, XXVII, Introducción a Las Memorias, xxvii).

Por lo que casi siempre, en la misma época, se asocia a los llaneros con esta procedencia africana. Así que Un anonimista residenciado en Trinidad, en carta que reproduce “Le Moniteur Universal” de Paris del 30-9-1817 informa que “Los independientes se habían apoderado de Caracas y Santa Fe con ayuda de los zambos (así se designa a los mestizos-negros), quienes son hoy, defensores decididos de la independencia. De ellos, cuatro mil están a las órdenes de Páez. Las divisiones de Nonato Pérez, Monagas, Zaraza, Cedeño, Villafranca, están compuestas principalmente por esa raza audaz, que vive de carne asada, sin pan; bebe leche, le gusta la ropa para los días de fiesta. Ama todos lo que pueda tener sin exigirlo; como ha dicho Morillo, ni ropas ni hospitales” (Rosas Marcano, 1964, 201).

ALIANZAS INTER ETNICAS

En los libros de bautismo de Parapara aparece en 1715 el blanco Horacio Sánchez Borrego como testigo en la cristianización del hijo de una esclava. Una alianza que ese mismo año se observa en hijos de esclavo pardo e india, parda libre y esclavo moreno y de esclavo negro con india. Un mestizaje que se estaba produciendo en todos los órdenes en el espacio regional y que no era del agrado del poder colonial.

Fray Bernardo Rotella dice en 1743 de los "cariues y sus aliados, que nunca les falta algún Negro, Mulato o Blanco, estrangero que los acompaña..." (Del Rey Fajardo, 1974, II" 361).

Y la encuesta encomendada por la GCG en 1765 arroja importante información sobre esa interacción social:

Ganaderos que proponen diferenciar entre los "agregados" y "los arrochelados", como Bartolomé Padrón, quien censa cien familias en Quebrada Honda entre "Blancos dueños y agregados" y 98 "de los pardos, zambos, negros e indios..." Aunque Francisco Domínguez atribuye a los agregados tanta responsabilidad como a los no-blancos, en la cuestión del abigeato: "También Se siguen grandes daños. Con las familias, livres. viben. sircunbesinas alos atos. y endes poblados enesos montes"

LA TRANSFIGURACIÓN

El primer registro que hace Humboldt (1956) de la neoetnia llanera va referido al traslado de reses enviadas por llaneros a la zona portuaria de oriente. Para referirse luego a “peones llaneros” e “indios vaqueros” al describir hatos próximo a Calabozo, donde en la época prehispánica estuvieron asentados los guamoteyes, y, al fundarse las misiones (1723), hubo mapoyos, güires, palenques y Achaguas (Castillo Lara, 1975).

Es factible una gran diversidad en los modos en que los indígenas se ganaderizan y adoptan el caballo para montar. Multiplicidad de prácticas que dependen de las etnias, los espacios, la mayor o menor participación de otras etnicidades (hispanas o africamas), etc.

Se advierte que en aquellas circunstancias de enfrentamientos frontales de algunas tribus contra las avanzadas hateras, se manifiestan fricciones entre indios vaqueros, ese umbral etnogénico, que parece dar origen a los llaneros. Ese instante en que el complejo hombre-llano- caballo, deja de ser simple interacción y se traduce en “constelación étnica consciente de sí misma” (Giménez, G. 2006). Un momento en que puede hablarse de llanerización, como acto en que el caballo adaptado a la región, más que montura e instrumento de un modo de producción, pasa a ser modo de vida, modo de ser en el Llano. Praxis que concebimos como llaneridad. Un decurso en el que la máxima expresión es el descubrirse como acreedores de una denominación extensiva a todo el grupo. El hallazgo del sustantivo-adjetivo “llanero” y su poder expresivo de todo un modo que se hace y se reconstruye a sí mismo. Por lo tanto: etnicidad.
El habitante llanero se consustancia con el ecosistema de sabanas en general y con el pequeño nicho en que habita. De ello, deriva, en gran parte, su saber: “la intuición, la malicia y ciertas facultades personalísimas... lo capacitan de una aptitud superior, pues a fuerza de convivir con la naturaleza.... se desarrollan en el ser los sentidos de una manera especial... Un llanero va por la sabana y, sin darse cuenta a si mismo va escogiendo instintivamente los lugares más apropiados y accesibles a su marcha (Calzadilla, 1948: 56).

De ese conocimiento y dominio de la especificidad del espacio vital, dimana el tipo de poder propio de la sociedad llanera, sapiencia que concurre a la organización de la dinámica interna de la etnia, y que no se extiende a otros espacios: un poder para el mantenimiento, la reproducción y el desarrollo de la línea básica de la etnia que es su invencibilidad. Un Poder que el llanero fundamenta en el manejo del conocimiento del llano, desde su comportamiento ecológico, hasta sus manifestaciones mágicas y simbólicas. Dominio cognitivo que se manifiesta en hechos laborales, lúdicos o simples rutinas de la cotidianidad.

LOS HATOS

El aprovechamiento de las reses para el consumo de su carne y leche, amén de otros hechos vinculados con la práctica ganaderil (ordeño, captura de la res, etc.), contribuirá a la configuración de la nueva etnicidad, cuya persistencia trasciende hasta la época contemporánea, con tal singularidad y alteridad, como para promover admiración, reconocimiento, estudio, pero también desprecio por parte de ¨los otros¨ no étnicos.

Matiz éste interclasista que privó en el silenciamiento, persecución y rechazo, hasta mas allá de 1800 en que una renovación del pensamiento eurocentrista, expresado en el romanticismo, influye para que el barón Alejandro de Humboldt, reconozca en la escritura, el derecho a su etnònimo: los llaneros. Con tal impacto, esta aceptación, como para que de inmediato (1801 y 1802) dos intelectuales venezolanos (José Antonio Montenegro y Fray Ramón Bueno) lo secunden en textos de invalorable importancia para la historia de la cultura nacional.

La especificidad del trabajo de llano obliga a esta conciliación entre los distintos componentes socioculturales que hacen vida en la región. Concurren, amén de los esclavos enviados por los amos e hijos de estos, casi siempre ilegítimos: los indígenas, "brujos, salvajes...”, que "sin sujeción, les tiraba la ociosidad y bárbaro estilo, hallándose forzados (los misioneros) a buscarlos por los hatos muchas veces..." (Carrocera, l972: I, 455). A lo cual se suma los mercaderes, ocupados en el "furtivo comercio", con el que entraban en transacciones con "los mallordomos y esclavos... sin saberlo sus amos..." (De Armas Chitty, 1979).

Es posible una clasificación de los posibles comportamientos humanos que resultan de las fricciones interétnicas e interclasistas que se gestan en torno a los hatos:

a) Las etnias indígenas que rechazan la reetnización y, que por ello, desaparecen o son replegadas hacia zonas de refugio, donde preservan, en la medida de lo posible, sus ethos específicos.

b) Indios que se instalan, temporariamente, en las zonas de trabajo ganaderas y que, sin desintegrarse étnicamente, cumplen algunas labores, generalmente referidas a " trabajos de mano", como cortes de madera, levantamiento de líneas para corrales y potreros, etc.

c) Indios que asumen el trabajo con reses o a caballo, pero se mantienen al margen de la presencia europea, como los palenques y píritus.

d) Indios vaqueros, en el marco de las encomiendas.

e) Llaneros propiamente dichos, que asumen el trabajo de llano, como modo de vida, dentro o fuera de los hatos.

g) Y vaqueros: denominación que los hispanos dan a los hombres cuya profesión es el trabajo a caballo, con reses, y que interactuarán, de manera interclasista o interfecundantemente (reetnizándose), con las otros modos de vida mencionados.

LAS MISIONES

La situación planteada por la resistencia indígena y de otras etnias frente a la penetración hatera, motivó desde los primeros tiempos, la mediación religiosa. Juan de Urpín lo sugiere, pero no es sino en 1657, que el Deán y Cabildo Eclesiástico de Caracas solicitan ante el Rey misioneros capuchinos para la conversión de los indios guamonteyes de los llanos "gente humilde y que nunca han dado guerra, ni impedido los pastos, caminos y agua a los españoles" y protegerlos de españoles "que no tienen de qué vestirse o qué jugar" y los usufructúan. Siete años llevaba la presencia capuchina en Cumanagoto.

Rodríguez Mirabal (1987) denomina ese proceso de “penetración sistemática tanto de misiones como de criadores” en el Llano “estrategia geopolítica de dominación-control”, expuesta en 1770 por Fray Félix Cortés, prefecto de las misiones capuchinas de los llanos de Caracas en informe al Rey (Pp. 109-112).

En 1728 informa el Prefecto de las Misiones Capuchinas P. Benito de Moya que el P. Fr. Tomás de Pons desde 1718, "siempre divagando por varias provincias de esta América, solo y sin propia misión ni domicilio...", se encontraba "a las riberas del Orinoco, jurisdicción de Caracas, en un sitio llamado Chimire, 15 días de navegación distante de su misión, en el cual sitio vive con algunos indios solo", muy cerca del actual puerto de Parmana y no lejos del cerro Manamundo, donde establece, en 1725, la Misión de Santo Tomás de Aracay sobre el río de este nombre, unas cincuenta leguas de Caracas o de S. S. de los Reyes, con "indios gentiles, de nación palenque, doscientos de ambos sexos...", al parecer huidos de las misiones de los Padres Observantes de Nueva Barcelona. Castillo Lara (1984) escribe que "la primera idea de los Capuchinos para avanzar la frontera y poder lograr la civilización de las regiones centrales del Guárico y circunvecinas al Orinoco, fue fundar una población en Cabruta", prevista en una RC, pero se impuso la voluntad de los indígenas.

De los Llanos Orientales de la actual República de Colombia, Informa Pérez Ángel (1997) sobre la estrecha relación mantenida por las misiones religiosas con la escolta de Casanare, para facilitar el reclutamiento de indígenas dispersos en la sabana “para acostumbrarlos a trabajar en las haciendas y... cristianarlos” con todas las implicaciones en cuanto a rupturas tanto de los ecosistemas como de las estructuras societarias. Fricciones que para Pérez Ángel representó “una nueva cultura en los Llanos, hasta originar un peón de a caballo con mentalidad de sujeción a los controles del poder”.

LAS ROCHELAS

La Administración colonial denomina cumbes, rochelas o patucos a los caseríos de negros, indios, zambos, mestizos, pardos y blancos perseguidos por “la justicia”. Aunque no era rara la ocasión en que se encontrara, formando parte de ese patrón de asentamiento, a peones “libres” que se concertaban en los hatos (AGN, GCG: XXXV: f. 176).

El Teniente de Justicia de Calabozo denuncia en 1765 a los que denomina “habitadores de los montes”, que con pretexto de “labranzas” se ubican a orillas de los ríos. Días en que uno de los ganaderos informaba que tales habitadores, en esas partes, edificaban sus “bogios” o ranchos, ocultos e inabordables, e inmediatos a zonas a donde se retiraban sus “ganados” –del ganadero-, con lo cual dichos “habitadores” podían tenerlos “a su disposición…”, explicando el informante que tal modo de vida derivaba, en gran parte, de que “siendo como son tan vastos y dilatados los llanos, la gente ociosa poco aplicada al trabajo se acoge a ellos, por la facilitad de mantenerse sin trabajar, robando a los criadores, sus ganados” (De Armas Chitty, 1979 : I : 238-240).

Una geografía de caños, palmares, montañas, tierra adentro, ríos, tremedales, a manera de escondites. Y que no serán ignorados ni por Zaraza ni por Boves ni por Páez.

LIBERTINISMO Y FIESTA

Dice el alcalde sansebastianero Gómez Román que hacia los llanos orientales de la Provincia de Caracas “pulula la peor gente¨ por estar ¨sin ley ni rey ni conocimiento de la doctrina cristiana… que no están allí mas que por vivir, porque los tiene don Fulano y no más; esto de lo que viven es de los vicios, amancebados y facinerosos, consintiendo el trato ilícito por aquellos predios y arrochelados todas las castas de gente y esclavos fugitivos… llevándose el ganado que allí había… por el trato ilícito de aquellos sambos y gente inferior que allí andan habitando… que deben ser expelidos de allí y que se vengan a las goteras de la ciudad a vivir, para que estén bajo sujeción…¨ (Castillo Lara, 1984, II, 328-9).

En el listado de los vicios registrados por el obispo Marti en su libro personal: nomadismo, borracheras, incontinencia, flojera, Murmuración, Irreligiosidad y carácter reservado en Calabozo Mencionando en 7 de enero de 1787 el T.J. de Calabozo Francisco de Guevara informa que "los vicios que más predominan en estos besinos... la ociosidad y pereza en el trabajo, de que nace el robo continuo y la mordacidad, la luxuria.

Quizá por lo cual observa Dauxion Lavaise (1967 (1813) que la indolencia y la pereza de los hombres del llano deriva "del placer" (p. 231) ¿O era éste el que derivaba de aquellos? (1967 (1813): 231).

El adulterio jugaba garrote, hasta el punto que el tal Rodríguez el 82 “se llevaba a los pueblos colaterales a fiestas” a una mujer casada “en el bridón y él en el anca de su mula con su bastón colgando” (indicativo de su dignidad de alcalde) (Carrasquel, 1943: 266).

“los indios bárbaros que habitan los dilatados llanos de Caracas…” entre otros defectos, “son dados a la sodomía, incesto, adulterio, pluralidad de mujeres; no hay entre ellos casamientos, ni guardan la indisolubilidad, pues lo ordinario es no respetar cognación ni grado, menos que en la línea recta, usando el ilícito trato con dos hermanas y madre e hijas (Carrocera, 1972).

Para el prefecto P Jerónimo de Gilbraltar en 1761 los indios de nación guaiquire, tamanacos, mapojos y guamos de El Tinaco “viven muy a su placer por lo muy inclinados que son a la pesquería “

---Genios cabilosos y de poca unión aun entre parientes… desidiosos a excepción de los que se titulan hacendados que se dan a la cría y se aplican al trabajo, a excepción de la plebe que están dadas al ocio que mucho a las mas veces no hai un hombre que sirva en la haziendas” (Carrocera, 1972: III, 84).

Es de imaginar que dado el carácter socializadora de toda fiesta, cualquiera que sea, fuese objeto de reprimenda por parte del poder colonial, Así se explica que las primeras referencias a hechos de energías étnicas de carácter festivo, estén asociadas a actos de control sobre las mismas. A saber:

El obispo Martí (1965) condena como vicio el hecho de que, en Ortiz y en San Fernando de Cachicamo, haya tanta adicción al baile.

Aunque el coleo probablemente existe ya como práctica de trabajo de llano desde el mismo siglo XVI en que adquiere auge el comercio ganaderíl en Venezuela, no es sino a finales del siglo XVIII, en que patentiza en la ordenación legal de entonces como práctica prohibida. No se le menciona en las Ordenanzas de Llanos de 1773, aunque sí las sanciones contra otras prácticas socioculturales ejercidas por los llaneros, a modo de subsistencia. Como respuesta debió surgir o incrementarse el coleo, que es realidad en 1782 cuando el T de J de Calabozo recusa a ciertos aspirantes a puestos públicos por entrar “a un ministerio tan delicado después de no haber tenido en toda su vida otro ejercicio que colear ganados”.

En las Ordenanzas de 1794, el Art. 11 del Título Tercero del Tratado Tres informa acerca de lo reciente de tal práctica: “Y porque se ha introducido por vana ostentación el abuso no sólo de colear y garrochar los animales ajenos en las sabanas, sino de estoquear al modo en que lo hacen en las plazas públicas los toreadores en tiempo de regocijos, de que se sigue inutilizarlos, y aún matarlos, con perjuicio notabilísimo de sus dueños....”

Hasta los bailes fueron restringidos:

En 1782, no por azar, están de moda, los “fandangos”, bailes con “arpa” y una autoridad rompe una porque advierte parejas de enamorados en la empalizada donde se realiza la fiesta. La esperada conexión entre “lujuria” y modos étnicos de ejercer funciones laborales y festivos (Carrasquel, 1943: 183, 215).

Refiriendo, asimismo, el pleito entre Don Lorenzo Buscarruidos y otros principales de Calabozo, quejándose de que aquél los titula " perros mulatos" y por ello lo llaman "perro indio”. Una de las tantas veces en que pugnaron los blancos entre sí en Calabozo, siendo otra la vez en que el T. J. Terreros inició con José Antonio Camacho y el Regidor don Pablo Silva, un pleito por una licencia que éste otorgó a la moza Matea para un baile en su casa. Y el escribano Demetrio Montiel influye para que sea expulsado de la ciudad, por "pendolista y enredador", el maestro Esteban Valenciano, por escribir contra Ignacio Romero, pero don Juan Camacho lo defiende. Y disintieron en otra ocasión porque unos apoyaban al presunto "médico" José Romualdo de Silva Arrechedera y otros lo acusaban de "curioso". Enfrentamientos que se expresan en 1793 en dos "partidos" que se disputan cargos en el cabildo.

Cuando advino la independencia, recuperar las fiestas fue como una de las más preciadas iniciativas del nuevo tiempo, no obstante la ruina, o a manera de superar ésta:

Un manuscrito de 1902 incluido en Ovalles (1990), refiere que a partir de 1823, al finalizar la guerra de Independencia, "las pocas familias de esta población (Valle de la Pascua) ya tenían disposición para divertirse y la única diversión era bailar, los bailes se efectuaban los sábados.... eligieron la plaza, allí tenían un terreno bien limpio y parejo, los asientos eran toletes de palo, para el alumbrado cada pareja estaba en la obligación de llevar al lugar un haz de leña y los hombres una tapara de agua, al oscurecer concurrían, las mujeres vestidas con una túnica de huesito ajustado a la cintura con un cordón de pabilo, los hombres de camisa y carsonsillo, carsado para ambos dedos ninguno, música, bandola y maracas... Estos bailes duraban hasta que se consumía la leña.

LA TRAMA DEL MERCADO

Los "tratantes con mercaderías" incursionaron en los llanos con significación, por lo menos desde 1622, en que Caracas y San Sebastián de los Reyes experimentaron una gran abundancia de ganados y confrontaron problemas de competencia generados, por la introducción de cueros de ganados, sin que hubiese ningún control sobre los hierros. Pero en 1624 se exigen los nombres de los vendedores, cuando el introductor no es el propietario, etc. Y dos años después denuncian los criadores que la causa de las grandes pérdidas es la presencia en los hatos de tratantes de mercaderías que vienen a permutarlas " (Castillo Lara, 1984, I, 197-198).

ANCHO Y LIBRE

De los tres elementos que Bolívar nombra para explicar a los llaneros, dos están adjetivados con el posesivo “vuestros” (caballos y lanzas), pero no los desiertos que designa con el demostrativo “estos”. Imaginemos que a manera de sesgo literario, en el entendido de que Bolívar jamás desconoció que tan vasta territorialidad también les pertenecía.

Por su parte, Santander quien proclama a los llaneros de Casanare, un mes luego que Bolívar e inspirado quizá en éste, les concede el honor de las luchas que han ganado: “No soy yo, sois vosotros los que habéis realizado, dóciles, obedientes y animados de un patriotismo puro, muy poco he tenido que poner de mi parte” (Pérez Ángel, 2005, p. 158).

Lo cual ratifica un año después en carta a Bolívar (abril de 1819): “La justicia exige que yo manifiesta a VE, y al mundo el interés y el entusiasmo de los habitantes de Casanare por su independencia, todos los llaneros han vencido al enemigo con fuerza, y han llegado al ejercito sin ser llamados,… Casanare es digno de la libertad pues la ha comprado a bien caro precio”.

En proclama del 24 de mayo a los granadinos informa Santander que “la intrépida vanguardia de un poderoso ejército llanero marcha bajo mis órdenes a despedazar vuestras cadenas”. En sus Memorias explicará que después de Pantano de Vargas “los llaneros habían arrebatado una victoria que parecía segura al enemigo. Desde aquel día las tropas realistas perdieron toda su confianza y se pudo vaticinar cual seria el éxito final de la campaña” (Pérez Ángel, 2005)...

Una admiración tal que le hace decir en sus Memorias que “diez llaneros eran capaces de acometer a 100 soldados a pesar de la disciplina y de la moral con que este jefe (Barreiro) había inspirado a sus tropas” (235)

Suficiente para que no hubiese la mínima posibilidad de que se discutiese a los llaneros su sentido de pertenencia con respecto al Llano, que va mucho más allá del sentido de propiedad, que nunca los atormentó.

La tierra era ancha y de ellos.

Pérez Ángel (op. cit.) reproduce una expresión que bien les cuadra: “dueños de nada por tener todo el Llano”

Como dice don Pancho Cuevas: “Para el verdadero llanero, un buen caballo, una sabana ancha y la necesidad de hacer caminos” (Amaya Luzardo, U., 2007, p. 79)

CODA

Otro Significado hay quizá en la voz “desierto” usada por Bolívar: aquello que es todo y es nada. La territorialidad de su indiscutible señorío. Lo que el Llano fue antes de que se instalasen los hatos, los pueblos y las rochelas. Esos sitios fijos. El lugar de la libertad, de la tonada y los bienes a la orden de quien los necesite. Los recursos mínimos para una existencia a la medida de la felicidad llanera.

Sugiere también la posibilidad de esa diversidad de culturas con las que se irá topando Bolívar para adquirir una imagen más serena, más despejada y más proclive al discernimiento para Iinteraccionar:

El Llanero propiamente dicho que es el que ha definido.

Los habitantes de los llanos: que son todos los ubicados en la vasta territorialidad que describe.

Los habitadores de los montes (caños, palmares, costos) aún asolados por los terrores de la esclavitud, la persecución y el resentimiento.

Los hombres propiamente de las vegas, que han de desarrollar toda clase de malicia para entenderse con unos y con otros.

Los mediadores que casi siempre van detrás de los anteriores, satisfaciendo su diversidad de intereses, como el caso de Boves. Pero con alternativas convivenciales como la gestada por Pedro Zaraza o la astutamente centralizadora que urde y consagra a Páez.

BIBLIOGRAFIA Y HEMEROGRAFIA CONSULTADA

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Imagen tomada de http://cuentaelabuelo.blogspot.com/

miércoles, 4 de agosto de 2010

LLANEROS DE JEEP Y DE A CABALLO

Ponencia presentada en el
XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA,
20 DE JULIO DE 1810-20 DE JULIO DE 2010
Támara- Casanare, República de Colombia, julio 17 al 20 de 2010.


Prof. Jeroh Juan Montilla
Universidad Rómulo Gallegos
Departamento de Antropología y Arqueología de CELLUNERG
Telf. 0416-1473057
jerohmontilla601@gmail.com
San Juan de los Morros, Estado Guárico, Venezuela.


El poeta apureño Igor Barreto nos dice en su libro El llano ciego (2006) “El paisaje ha muerto. El paisaje de tradición romántica ha muerto, a pesar de que aún descubrimos marcas de lirismo alabancioso en nuestros poemas” (Pág.37) Vale preguntarse si de verdad ha muerto el paisaje o esta visión romántica del paisaje. El mismo Barreto reconoce que aun existen trazas de romanticismo en la poesía paisajística de hoy. La cita se inicia generalizando de manera rotunda la muerte del paisaje, sin embargo, a continuación matiza aclarando que es el paisaje romántico el que ha fallecido. Creemos que el poeta asegura esto porque en verdad el paisaje como tal estará siempre allí, vivo y ajeno a los vaivenes de nuestra humanidad, desplegado más allá de las intraspasables fronteras del lenguaje, en la infinita e incognoscible periferia que llamamos el Ser. Sólo nos queda es aferrarnos a la duda consoladora de la palabra, la múltiple referencialidad de la sintaxis. Como siempre estaremos condenados al mito platónico de la caverna, viviendo y sobreviviendo en los juegos y luces del imaginario. Porque el paisaje vendría a constituir ese escenario donde se desarrolla lo que, ayudándonos con las palabras de Gaston Bachelard, llamaríamos la dialéctica de lo duro y lo suave, aquello que gobierna las imágenes de la tierra. Según Bachelard duro y suave son los primeros calificativos que recibe la resistencia de la materia. Experimentar el paisaje es una lucha por el dominio, donde este nos elude y resiste nuestras embestidas a través de la palabra o del arte. Es ese el fragor donde nacen y mueren las distintas especies retóricas del paisaje.

Entonces es cuando nos preguntamos por el paisaje que hoy nos congrega: el llano. ¿Ha muerto el paisaje llanero? ¿Ha muerto la tradición romántica del paisaje llanero? Y cuando nos formulamos estas interrogantes lo hacemos desde todas las perspectivas posibles, desde la literatura, el arte, la sociología y la historia entre otras, agregando que en medio de ese paisaje está el hombre uno de sus elementos más dinámicos. Ahora, antes de responder a las interrogantes señaladas añadimos otra, nos preguntamos de manera afirmativa: ¿Acaso esa visión romántica del paisaje llanero no ha sido sin duda alguna la dominante en nuestra historia nacional? Por más elementos neoclásicos que encontremos en un poema inaugural como Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida del caraqueño Andrés Bello estos son atravesados por una profunda costura romántica. Puntadas telúricas que emergen definitivas, sin ambages en las conminaciones y dilemas nativistas de un poema definitivo como la Silva Criolla del calaboceño Francisco Lazo Martí. En el primero son evidentes los elementos prerrománticos y en el segundo lo romántico tiene su punto más elevado en la presentación del llano como el paisaje absoluto.

En verdad la concepción romántica hacia el llano venezolano predomina, consciente e inconscientemente, en todas las actitudes culturales, sociales e históricas del país. Desde el mismo instante de los combates independentistas surge y se desarrolla ese afán de mitificar al llano y a sus habitantes, siendo Simón Bolívar uno de los mas llamativos de estos mitificadores. En abril de 1814 Bolívar califica de invencibles a las armas de los llaneros y afirma que con su sola presencia y sin ningún esfuerzo estos derrotaron al numeroso ejército de Boves. Palabras que luego reitera en 1817 diciendo: “llaneros, sois invencibles” Allí mismo describe al llano como un desierto y una inmensidad insubyugable. Que este por si mismo, junto a las lanzas, libra a los llaneros de cualquier intención de someterlos. Estas palabras se podrían calificar como las primeras hipérboles hacia el paisaje llanero y sus habitantes que por la estatura histórica de quien las pronuncia quedan marcadas en la mentalidad de la nación y de allí en adelante todo es en función de justificarlas y hacer que perduren ya que la mismas transmiten el sentido de solidez orgullosa de la etnia. Hasta el enemigo de la guerra contribuyó con esta imagen, el general realista Pablo Morillo al conocer que un ejercito de llaneros atraviesan los Andes llega a escribirle al rey. “Dadme cien mil llaneros y me paseo por Europa en nombre del Rey de España” Con los llaneros la guerra en Europa sería un paseo.

Esta figura sobredimensionando las habilidades guerreras del llanero pasa intacta al imaginario nacional. Según Víctor Manuel Ovalles (1990), en la reedición de su libro El Llanero, las condiciones del paisaje modelaron una imagen de hombre trabajador rudo y disciplinado del llanero, con la particularidad de ser el exclusivo dueño de su oficio a pesar de las relaciones de propiedad semifeudales imperantes en el llano para la época colonial, el peón llanero a parte de poseer la fuerza de trabajo tenía los conocimientos necesarios para realizar de manera autónoma su oficio, es decir que este trabajador tenía lo que llaman hoy el monopolio y control de los tiempos de producción.

Ovalles citando a Codazzi nos dice que el llano es un perenne sitio de instrucción guerrera para sus habitantes. Desde la juventud el llanero solo sabe enfrentarse al paso del río, al temblador, al toro, al caimán y al tigre. Mas bien la guerra constituye un elemento que lo aleja de sus ocupaciones. Para Ovalles la vida del campamento de guerra durante la independencia y las guerras civiles y militares de la república cambiaron las actitudes del llanero. Según este autor allí el llanero aprendió a irrespetar el sentido de la propiedad “y adquirió los vicios que privan por desdicha en el cuartel venezolano” (Pág. 47) Ahora bien, creo yo, que el problema no está en el mero irrespeto a un sentido de propiedad discutible, sino que realmente no se fue más allá de la rebeldía misma haciendo a través de esta una propuesta distinta.

En el prólogo de este libro de Ovalles el escritor José Vicente Abreu refiere la anécdota de unos llaneros a los cuales se encuentra bebiendo cerveza en Corozo Pando en el año 1958, viéndolos recordaba la pregunta que se hacia Ovalles: “¿Estos son los mismos llaneros de la gran gesta patria? ¿Estos de ahora?” (Pág. XI) La pregunta de Ovalles aparece en un libro publicado en 1905. Abreu continúa diciendo entonces:

Yo les pregunté:
-¿Ustedes son llaneros de jeep o de a caballo?
Y todos me miraron con la agresividad que da el caballo, con la arrogancia de sus pasos calzados por espuelas galopantes:
-De a caballo, mi don...
Y en la expresión humilde me identifiqué llanero de la vieja estirpe de la libertad. Y brindé con ellos. Y se me vino el tropel de Vuelvan Caras. Y sentí en el olfato los hedores de las viejas batallas, donde podía escurrir en las gotas del vaso, las últimas caballerías de la libertad imaginaria.
Pero cuando se despidieron, montaron en el jeep que se los llevó en el polvo de mis imaginaciones heroicas” (Pág. XI)

En un espacio de más de 50 años resuena la misma duda. La de Ovalles en una Venezuela gomecista ya cuajando en sus entrañas la explosión petrolera de 1914, Mene. En Abreu en el año de la caída de otra dictadura, la de Pérez Jiménez. En ambas lo que se impone es el subtexto de la misma visión mítica del llanero de la independencia. El reclamo por la decadencia de un símbolo que sostiene la identidad de la nación. Estos dos instantes históricos implican dos situaciones que impactan significativamente el llano venezolano. El petrolero con ola llegada directa e indirecta de un elemento ajeno como es la alta tecnología con sus factores transformadores del espacio y el del inicio de la etapa democrática en el país trayendo el impacto de la reforma agraria. Son situaciones que indiscutiblemente quebrantan las tradicionales relaciones de propiedad y producción de los llanos.

El profesor Adolfo Rodríguez (2007) en una de sus más recientes publicaciones dedica varias páginas a la idea del fin de llano. Uno de los elementos que toca es el cambio en las leyes naturales del paisaje llanero, dice Adolfo: “Lamentaba un llanero del siglo XX acerca de su dificultad para predecir el tiempo por la desaparición de las 'reglas'. Percibía que aquellas 'relaciones a flor de piel' con la naturaleza o sus inter-pares que caracterizaban su comunidad estaba rota” (Pág. 185) Para muchos llaneros las cabañuelas ya hablan de otro modo o ahora se equivocan. Los cambios ecológicos parecen marchar a la par con las mutaciones culturales. Más adelante el profesor Rodríguez resume las apreciaciones de Horacio Biord Castillo, manifestadas en abril del 2008, para este último lo que ocurre es la “llanerización de Venezuela y la desllanerización del llano”, en este caso la implantación de una cultura parece inevitablemente implicar la decadencia del factor que la genera. En la medida que la cultura llanera cubría todo el cuerpo y el espíritu de la nación al mismo tiempo “lo llanero real fue vaciándose de contenidos”. En Venezuela de acuerdo a la región hay muchas maneras de entender, de ser o de imitar al llanero, muchas son las variantes, hay un llanero para cada gusto regional. Llama esto Adolfo: “Una dialéctica perversa, que cumple a nivel de todo el país una función desetnizadora (Pág. 191) Un conocido cómico venezolano en unos de sus presentaciones mencionaba el cansancio histórico de llanero, fuera de las implicaciones políticas de su chiste deja entrever el abuso histórico sobre la etnia.

Hemos tratado de aproximarnos lo más posible a la situación del llanero, tratamos de entender la raíz del mito y sus implicaciones, sus floraciones y frutos, la supuesta decadencia, agonía o fin de esta etnia y su paisaje. Comenzamos esta parte de la ponencia preguntándonos por la muerte del paisaje llanero, podemos preguntarnos también por la muerte del símbolo, el llanero. No queda a nosotros confirmar ese diagnóstico, para ser sinceros no creemos que eso haya ocurrido. Lo que si vemos es que los cambios no implican la muerte, en la naturaleza se dan fenómenos como la adaptación y las mutaciones en favor de la vida y la sobrevivencia, nada más orgánico que el hacer cultural del hombre. La naturaleza no sufre vergüenza alguna cuando tiene cambiar en función de mantenerse y predominar. El problema está cuando fosilizamos nuestra imagen y expectativas de la cultura, cuando nos aferramos a modelos hasta que pierden la frescura.

El llanero todavía está allí sobre su paisaje, pero ya no es el mismo porque ya no es el mismo tiempo. Este nuevo llanero es el que descuida y desconoce la literatura y arte de hoy, porque estas siguen en muchos aspectos aferradas al mito, el mito es lo que ha muerto, recordemos a la antigua Grecia, la muerte del dios Dionisos, la caída del dios Apolo y la llegada de Jesús. El llanero de hoy no se avergüenza, no debería avergonzarse. Este no ha padecido complejos al momento de recrear, de deconstruir sus tradiciones e identidades superando las metafísicas del mito ¿Que su costumbres están cambiando? ¿Acaso estás no han cambiando sucesivamente desde los inicios de la república? La nostalgia no es un asunto del llanero mismo sino de los cultivadores empedernidos del mito. El llanero vive en medio de tractores, silos, jeeps, bombas de gasolina, balancines petroleros, tecnología de ordeño, radio, guitarras eléctricas, motocicletas, tendidos eléctricos que cuadriculan la planicie, ya el llanero busca la cobertura telefónica en medio de la sabana. Ese es el verdadero llanero, el del presente, no el de la gesta. A ese llanero de yeans es al que hay que escribirle a ahora, ese es el que deberíamos exaltar, el real, ese es el que hay que estudiar, el que debemos descubrir. De este es que necesitamos ahora escribir su historia. Este llanero de la cotidianeidad del siglo XXI tiene mucho que decirnos. Este llanero es asombroso, está como siempre lleno de virtudes y defectos, pero es uno y muchos en el paisaje.

BIBLIOGRAFÍA

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Rodríguez, Adolfo (2007) Los Llanos: enigma y explicación de Venezuela. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana.

San Juan de los Morros, Julio de 2010

Fotografía: Arturo Álvarez D'Armas.

LOS LLANEROS Y SU MÚSICA

Ponencia presentada en el
XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA,
20 DE JULIO DE 1810-20 DE JULIO DE 2010
Támara- Casanare, República de Colombia, julio 17 al 20 de 2010.


Profesor Alberto Díaz
Universidad Rómulo Gallegos
Departamento de tradición Folclórica de CELLUNERG
Telf. 0416-7079763 / elllanerofeliz@gmail.com
San Juan de los Morros, Estado Guárico, Venezuela.

Cuando ensillo mi caballo
Y me fajo mi machete
No envidio la suerte a náide
Ni aun al mismo presidente.


II
Arrogante yo me siento
Cuando voy sobre el caballo
En el llano no transijo
Ni con Rey ni con vasallo


III
Sobre la Hierba la palma
Sobre la palma los cielos
Sobre mi caballo yo
Y sobre yo, mi sombrero

Es sabido que el llanero es junto a su caballo, su sombrero y su música una trilogía que ha venido marcando su característica ante el mundo al que se ha enfrentado durante toda su existencia. Un mundo lleno de dificultades que la misma naturaleza le presenta: largos y ardientes veranos donde la sequía y el calor ablandan al mas guapo, rigurosos y extensos inviernos que muchas veces los obliga a permanecer por mucho tiempo en las trojas de sus casas mientras pueden ser rescatados y otras a esperar que bajen las aguas, pero lo mas llamativo de todas estas cosas, es que nunca pierde su imaginación creadora con respecto a la música.



El profesor Alberto Díaz en un momento de su ponencia con el maestro Isaac Tacha al cuatro.

Para comenzar a hablar de la música llanera naturalmente tenemos que empezar hablando de los instrumentos con los cuales se interpreta, primero hablaremos del instrumento principal: el arpa. El profesor Adolfo Rodríguez dice en unos apuntes para la historia del arpa en los llanos y los misioneros que la introdujeron lo siguiente: “La hipótesis acerca de una difusión del arpa entre indígenas y otras etnicidades por parte de los misioneros Jesuitas en los llanos de Colombia y su difusión posterior al resto de la región llanera no parece desacertada, con la salvedad de que la presencia del mencionado instrumento musical en Venezuela, pudo derivar también del interés de los mismos Jesuitas que misionaron en Venezuela (Guayana, Cabruta al sur del estado Guárico etc.) pero también de otros grupos religiosos: González y Chirinos (2008) mencionan dos casos de sumo interés:
El del pbro Luis Rodríguez Pérez Moreno en 1741, en los llanos de Cojedes, dejando, en su testamento, un mulatito, al mayordomo de la Cofradía de N. S. de la Concepción, proponiendo que entre otras obligaciones, aprendiese “a tocar el órgano, para que lo haga en todas las festividades y los sábados la salve” (p. 27).

Cita, asimismo un codicilo del año 1760, en San Carlos, del pbro don Juan Joseph Salazar, imponiendo “el aprendizaje de oficios, en este caso aprender a tocar arpa para las festividades de la Santísima Vírgen”

En 1782, no por azar, están de moda, los “fandangos”, bailes con “arpa” y una autoridad rompe las cuerdas de una porque advierte parejas de enamorados en la empalizada donde se realiza la fiesta. La esperada conexión entre “lujuria” y modos étnicos de ejercer funciones laborales y festivos (Carrasquel, 1943: 183, 215).

La comunicación durante el siglo XVIII entre ambos llanos, se evidencia de este documento mencionado por Rey Fajardo, I, 294, 295, acerca de indios sálibas acompañando "dos puntas de ganado" procedentes de San Martín y San Juan de los Llanos conducidas por "peones y vaqueros" .

LA INDEPENDENCIA

El 5 de mayo de 1811, el Comandante Politicio y Miliar. Pedro Aldao de San Fernando de Apure conmemora el primer aniversario de la instalación de la Junta de Gobierno de Barinas y recordar el 18 de abril de 1810, trasladándose por el río Apure a territorio de la provincia de Caracas (actualmente sur del Guárico) con un festejo "pánico" (a nuestro entender): baile en torno a un samán, cánticos "del país" (galerones, mariselas, zapas, yucas, huerfanitas, entonadas con maracas, "sonoras Harpas", carrizos, treces, cincos, fulatas y bombos, que "si bien no exprimían todo el gusto de la música, demostraban sin duda el regocijo con que el Americano hospeda al forastero en su libertad" según correspondencia de dicho comandante. La iniciativa emanó del CM de la villa, encabezado por don Felipe Pérez, Alcalde Justicia Mayor y la org. A cargo de Aldado “
El otro instrumento acompañante de la música llanera es el cuatro, el cual muchos investigadores dicen que proviene de la guitarra andaluz y que el llanero modificó y lo encuerdaba con tripas de culebras y del cual derivaron también por ejemplo en el estado Lara, en la sierra coriana de Falcón, y algunas regiones de Trujillo el seis, el cinco, el requinto, el cinco y medio, el cuatro y medio.

El encargado de la percusión es una herencia de nuestros aborígenes: las maracas, instrumento que el llanero fabricaba con la semilla de una flor llamada capacho y de ahí el nombre dado a este instrumento: los capachos.

El cuarto viento del llano como lo menciona Mantilla Trejos en su hermoso poema viene a ser la voz del llanero, pero en verdad es muy poco lo que conocemos de esa expresión musical durante la época emancipadora, claro que ya el llanero era protagonista principal y me los imagino en las reuniones que hacían, cantando y bailando al son del arpa el cuatro y las maracas, dice Reinaldo Armas refiriéndose al joropo en unas de sus canciones: “que lo cantó José Antonio pa’ que bailara Bolívar en una noche sin ley”, pero es a los comienzos del siglo veinte cuando realmente empieza la música a ser protagonista en la cultura llanera por ejemplo el maestro Eduardo Mantilla Trejos menciona en su obra el tesoro de los Jesuitas que el arpa fue introducida en Colombia hacia el año de 1.925 por el apureño Arturo Lamuño y que David Parales siendo niño le preguntó ¿como se toca eso? y el maestro Lamuño le contestó mira mijo esto se toca “así” convirtiéndose luego ese niño, en el mejor interprete del instrumento en los llanos colombianos, para esa época relata también Mantilla Trejos ya el maestro Miguel Ángel Martín había compuesto su inmortal obra: Carmentea, pero que se tocaba con guitarras.
Se dice que la música llanera tiene sus comienzos como expresión total, en Venezuela, comparto esto, porque en Venezuela se grabó el primer disco cantado, se organizaron los primeros conjuntos llaneros y se conocieron los primeros cantores, pero el llano es el mismo, por lo tanto es muy difícil decir con precisión donde nace el primer canto llanero.
Con respecto a la temática de las composiciones en esos primeros tiempos era inspirada totalmente en las faenas y las costumbres del llano, muchas veces vivencias que eran cantadas en corríos, menciono por ejemplo “El caimán de boca brava” interpretado por Francisco Montoya, “El Tigre e’masaguarito” de Ángel Custodio Loyola y muchos otros, pienso que de alguna manera ese llanero venezolano es influenciado por las películas mexicanas donde el charro era la viva expresión del campo con sus canciones donde decían y trataban no solo las luchas por sobrevivir a las condiciones que imponían los poderosos, sino también las ferias donde era común y necesario que ese charro cantara, creo que de alguna manera los parrandos o fiestas llaneras que se realizaban y que ya muy poco se realizan, que cuentan que duraban tres noches y tres días sin parar, tienen de esas fiestas que se llevaban a cabo en los pueblos mejicanos, pero por otro lado, el llanero no se expresaba en sus canciones como un hombre dominado sino todo lo contrario, un hombre libre y que podía recorrer la inmensa sabana sobre su caballo.

Hoy en este mundo globalizado naturalmente que el llanero ha sido penetrado de muchas maneras en su vivir cotidiano, el celular, la televisión, el automóvil y tantas cosas a las que tiene acceso han cambiado también la temática de sus canciones, ahora no solo le canta al llano y todo lo que lo rodea sino también a la ciudad, al mar a la montaña, a la mujer de esa ciudad donde le ha tocado vivir y compartir, pero como dice el profesor Jeroh Montilla en cualquier rincón de Venezuela hay un llanero para cada gusto, que aunque no halla nacido en el llano, canta música llanera, usa sombrero, botas, blue jeans, camisa de cuadros, o alegóricas al coleo y es eso parte de esa llanerización a la cual también se refiere el profesor Adolfo Rodríguez en muchos de sus trabajos, por lo que estoy convencido que la música llanera fue factor determinante para que se sucediera ese fenómeno.

Se sabe que en los llanos colombianos Guadalupe Salcedo a mediados del siglo veinte ya cantaba e incluso se le atribuyen algunos versos, Miguel Ángel Martín junto a destacados músicos araucanos se presentaban en la capital colombiana interpretando joropos y golpes ya que en esos tiempos la música llanera era interpretada solamente con el instrumento mayor es decir el arpa, aunque en algunas regiones era la bandola, dicen algunos estudiosos que en las regiones que eran bañadas por grandes ríos, predominaba el arpa, y en las regiones donde no se podía llevar el arpa, por ser difícil transportarla a lomo de caballo, predominaba la bandola, la cual era de fácil transportación, a estos instrumentos se le sumaban el cuatro, las maracas y el buche, llamando así al grito del llanero, se decía en el llano cuando un cantante tenia la voz recia: “ese si tiene buen buche”, es bueno recordar que en esos primeros tiempos solo se interpretaba el joropo, seis por derecho, -que es afinación por mayor- y el pajarillo -que es afinación por menor-, se podía pasar toda una noche oyendo a los músicos tocando y un cantante al que se le dice coplero, que todo lo que cantaba era improvisado, muchas veces vivencias de la faena diaria, que unas veces llamaban corrío, otras pasaje, era común escuchar las expresiones: te voy a sacar un corrío o voy a sacar un pasaje, refiriéndose a algo que había pasado o sucedido. En los albores de los años cincuenta, con la llegada de Juan Vicente Torrealba y sus torrealberos, comienzan a escucharse canciones ya no tan “apuradas” rítmicamente sino que se le da a las canciones una cadencia mas romántica y es ahí cuando se le empieza a llamar a ese ritmo PASAJE y es en este momento también donde aparece primero el contrabajo y luego el bajo como instrumento acompañante.

Es en Venezuela donde comienza verdaderamente la proyección de la música llanera. Desde Caracas por diferentes emisoras radiales y televisoras se dejan escuchar los primeros joropos y golpes en las voces de grandes intérpretes, cabe mencionar por ejemplo a Ángel Custodio Loyola bien llamado el primer cantor del llano. En Colombia Miguel Ángel Martín junto a Luís Ariel Rey y el trío Los Galanes con hermosas canciones interpretadas con guitarras, pero no es sino hasta mediados del siglo veinte cuando llegan a Villavicencio de mano del maestro Miguel Ángel Martín una delegación de artistas araucanos encabezados por David Parales, Álvaro Coronel, Joaquín Rico y muchos otros, trayendo el arpa con ellos y de esa manera se riegan por todo el territorio colombiano las notas alegres del joropo llanero.

LA MÚSICA LLANERA: FACTOR DETERMINANTE EN LA LLANERIZACIÓN DE VENEZUELA

Todo comienza con la emigración a Caracas, capital venezolana, de unos cuantos llaneros encabezados por Pedro Emilio Sánchez, quien graba el primer disco titulado Seis por derecho, el canario de Apure, Don José Romero Bello, quien se convierte en un verdadero baquiano de los llaneros en la capital, Juanito Navarro, Melecio García, El Indio Figueredo uno de los primeros arpistas conocidos, y muchos otros que escapan de mi memoria, pero que junto a estos fueron los que dieron a conocer la música llanera en la capital y por ende en el resto del país, luego llegan Loyola, El carrao de Palmarito, el Catire Carpio, Juan Chiquito, Juan del Campo, Francisco Montoya, Jesús Moreno, cabe mencionar que Loyola llega a Caracas de la mano de Juan Vicente Torrealba.

Todo este movimiento da como origen que la música llanera haya sido denominada como la música nacional, folclor venezolano, aunque nuestro folclor es variado y extenso, pero el tesón y la lucha incansable de estos llaneros, muchas veces sin el reconocimiento que se merecen, dieron como fruto que hoy cantantes como Reinaldo Armas, Luís Silva, Jorge Guerrero, y muchos otros, recorran Venezuela, parte del territorio colombiano y mas allá, interpretando nuestro lindo joropo y nuestro variado y a veces romántico pasaje.

Estoy convencido que los publicistas aquellos que hablan de marketing y posesionamiento del producto deberían estudiar detenidamente a ese llanero que por medio de sus canciones se convirtió en el mejor vendedor de ese producto: el llano.

PAPEL DE LA MÚSICA LLANERA EN LA INTEGRACIÓN COLOMBO-VENEZOLANA

Creo que todos compartimos el mismo sentimiento: el llano es el mismo, de hecho, hemos venido manejando en estos encuentros el término Llano Total, por lo tanto, aunque políticamente estamos divididos, la historia y la música nos une.

Son los festivales la manera como empieza a manifestarse la verdadera integración entre los dos países y es en Colombia, específicamente en Villavicencio, donde comienza realizarse este tipo de encuentros, al final de la década de los cincuenta el maestro Miguel Ángel Martín, crea el primer torneo internacional del joropo, con la participación, naturalmente, de artistas de Colombia y Venezuela, dice el maestro Miguel Ángel Martín en un escrito en 1975 en la revista “Festival Nacional de la Canción Colombiana” lo siguiente:
“Que nos conociéramos, colombianos y venezolanos, amantes y cultores del joropo; que Villavicencio fuera el amplio escenario que recibiera los mejores artistas de nuestro folclor y que mostráramos en esta extraordinaria fiesta llanera, la riqueza creadora de nuestro pueblo; fueron los propósitos que tuve en cuenta, al fundar el Torneo Internacional del Joropo”

En Venezuela no era tan relevante este tipo de encuentros, era mas importante el cantante como figura central, sin embargo en Guanare se crea el festival Internacional El silbón, donde se califica no solo la voz, sino que la interpretación de los instrumentos, el baile y el poema, comienzan a tomarse en cuenta también en estas competencias y vienen de Colombia participantes, pero principalmente noveles.

Pienso que en Colombia, por razones que comprendo ahora, después de compartir y vivir por mas de 12 años en ese hermano país, se van haciendo cada día mas necesarios los festivales, los llaneros colombianos, se han dado cuenta que solo conociendo las raíces, aprendiendo de donde venimos, pueden darse a conocer en el resto de Colombia, donde otros ritmos, otras expresiones musicales son mas conocidas, y una forma, es por medio del intercambio con los venezolanos, que están unos escalones mas arriba en lo que respecta al folclor llanero, aunque algunos no acepten esto, por eso desde los años sesenta se ha venido en aumento estos encuentros de verdadera confraternidad colombo-venezolana.

Hoy en día se realizan en territorio colombiano y venezolano, diferentes festivales con la presencia de artistas de ambos países, cabe destacar los encuentros que desde hace muchos años se realizan en Arauca y Puerto Carreño, el Festival La Voz del Táchira, La Voz del Alma Llanera y otros. Podemos decir con propiedad que no existen fronteras que separen los llanos colombianos de los venezolanos, solo fronteras políticas, sin embargo falta mucho por hacer al respecto, necesitamos que las autoridades de ambos países tomen medidas para agilizar trámites que faciliten los intercambios folclóricos, o una vieja aspiración de todos los llaneros que diariamente trabajamos con nuestro folclor común: que se implemente un pasaporte cultural, ya que cada día, se hacen más presentes los intercambios culturales tanto en suelo venezolano como en suelo colombiano. Soy un convencido que la verdadera integración se hace por medio de la cultura, ya que la integración comercial y política depende de muchos factores, puntos de vista e intereses de los gobiernos de turno, y naturalmente de los grandes capitales, pero las expresiones culturales no podrán nunca ser cambiadas y los llaneros iremos por siempre unidos por nuestro llano, por nuestra música y por algo mas importante aún, por los lazos sanguíneos, vínculos afectivos y relaciones de pareja construidas a través de la música y en pro de ella, como es el caso particular de Gladys y yo. Por lo tanto se ha hecho y se seguirá haciendo verdadera integración así, y solo así, por medio de la cultura llanera que nos une.

En una oportunidad que regresaba de la bella población de Arauca, después de permanecer por varios días promocionando un trabajo discográfico en las emisoras radiales araucanas, me detuve en el puente José Antonio Páez, que marca los limites, ya del lado venezolano y tratando de conseguir o notar alguna diferencia entre lo que vi y viví allá en Arauca y lo que veía y vivía en Guasdualito, llegué a la firme convicción que tenía que hacer una canción que expresara ese sentimiento que estaba sintiendo en ese momento y nació esta canción que no encontré otro titulo que ponerle sino “Dos pueblos y un mismo sueño” y que con el permiso de todos voy a cantarles.

Muchas gracias por su atención y espero que disfruten este pasaje llanero que trata solo de decir lo que pienso con respecto a nuestro Llano Total.

“DOS PUEBLOS Y UN MISMO SUEÑO”


I
Río Arauca Río de ensueño
Que divides dos naciones
No comprendo las razones
Si pisan un mismo suelo (BIS)
No pueden haber fronteras
Si están bajo el mismo cielo
Los bañan las mismas aguas
También los mismos recuerdos
Y luchan por mantener
A este llano tan señero (BIS)

II
Solo le pido a mi Dios
Que estos dos pueblos hermanos
Vayan siempre de la mano
Luchando por el folclor (BIS)
No pueden haber fronteras
Si hay un solo corazón
Sueñan con la misma luna
Y bailan un mismo son
El del joropo trama’o
Entre el tiple y el bordón (BIS)


Fotografía: Gladys Franco.

DONDE NACIÓ EL LLANERO

Ponencia presentada en el
XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA,
20 DE JULIO DE 1810-20 DE JULIO DE 2010
Támara- Casanare, República de Colombia, julio 17 al 20 de 2010.


Eduardo López Sandoval
Historiador


El Sitio donde nació el Llanero está ubicado en el Municipio Ortiz, en la mitad de la vía entre la ciudad de Ortiz y Calabozo, en el Estado Guárico, en la mitad de la carretera de hoy, como era la mitad del camino cuando lo transitó el Obispo Mariano Martí, quien en Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas, en el aparte dedicado al "PUEBLO DE SANTA ROSA DE LIMA DE HORTIZ", lo vio con estas palabras:
“Este Pueblo de Vecinos Españoles estuvo agregado al de Parapara, hasta el año de 1776, que se desmembró del, y con las formalidades de derecho, (…). Confronta con el Oriente con el pueblo de San Francisco de Cara, distante 14 leguas, y hasta el lindero divisorio que es la cumbre del Serro Pedregal, hay legua y cuarto; Por el poniente con el Pueblo de Tiznados distante 11 leguas, y hasta el lindero divisorio, que es la Cumbre del Pueblo de Hortiz, hay legua y cuarto; por el Norte con el pueblo de Parapara distante dos y media leguas, y hasta el lindero divisorio, que es la Cumbre del Serro de Carguata, hay una legua; y por el Sur, con la Villa de Calabozo distante 20 leguas, y hasta el lindero divisorio que esl Hato del Caiman, inclusive, hay 10 leguas.
".Del momento en que nació el Llanero como etnia, nos dice el Llanerófilo Miquel Izard, quien es uno de los más reconocidos Llanerólogos del Viejo Continente, citado por Adolfo Rodríguez, el más respetado Llanerólogo del Nuevo Continente, que de su obra, Imagen de los Llaneros Venezolanos, página 52, cito: “obsérvese que en 1799, cuando Humboldt registra, en el texto escrito por primera vez la existencia del mencionado gentilicio, estaba adquiriendo una tremenda importancia la economía ganadera, en virtud de las necesidades de suministro de carne tanto para el creciente consumo interno como para la exportación, que obliga a la administración colonial a la asunción de medidas cada vez más perentorias para conquistar el llano y aprovechar su ingente riqueza pecuaria.”
Más adelante, en la página 153, Adolfo Rodríguez se refiere de manera más precisa a Humboldt, como el iniciador de la literatura que admite la existencia del autodenominado gentilicio de los Llaneros. Humboldt lo reveló con estas palabras:
"Después de haber pasado dos noches a caballo y buscando en vano bajo grupos de palmera de moriche algún amparo contra los ardores del sol, llegamos antes de anochecer al pequeño fundo de El Caimán, llamado también La Guadalupe. Es un hato de ganado, es decir, una casa aislada en la estepa, rodeada de algunas chocillas techadas con cañas y cueros."
El Dr. Adolfo Rodríguez, reafirma la idea del Lugar Donde Nació el Llanero, en la obra, EL ESTADO GUARICO, ORIGENES, MUNDO Y GENTE, en la página 46, en el capítulo denominado LA TRAMA DE LA CULTURA, en el aparte que llama precisamente, El nacimiento de los llaneros, se dicta:
“Todo hace presumir que el vasto paño de tierra constituido por lo que en el siglo XVII se denominó el Partido de Paya, es el escenario donde surge la cultura neoamericana de los llaneros colombo-venezolanos. No sin razón durante la primera mitad de ese siglo representó el eje de la economía de la provincia de Venezuela cuando los cueros se convierten en el principal producto de exportación. Mientras que en la segunda mitad de dicho siglo, fue el abastecedor más importante de la carne que consumían los habitantes de la capital de esa provincia, sin que dejase de proveer, asimismo cueros para la exportación y el contrabando.
“En ese vasto espacio se localizan algunos de los más antiguos casos de llanerización de etnias indígenas, como es posible observar en el caso, harto comentado, de los que comandaba, en las costas del río Portuguesa, Chiparara, quien hacia 1653 asaltaba los hatos para comer las vacas y andar en los caballos. En tanto que en 1665 dos de los propietarios en dicho partido, Juan Laya Muxica y Diego Velásquez de Ledezma, declaraban poseer indios encomendados que se entretenían “en el Beneficio de las Baquerías” (LGCL, 1984; ACTAS XII: 78, 90). Referencias sobre la materia que volvemos a localizar el 29 de septiembre de 1761 cuando el Prefecto de las Misiones Capuchinas P. Jerónimo de Gibraltar informa que en la Misión de Nuestra Señora de los Ángeles en la Mesa de Calabozo, hay 259 indígenas güires y dos familias mapoyes, de los cuales “los más hablan castellanos y como la mitad andan vestidos, por hábiles en el ejercicio de los llanos…” (CARROCERA, 1972: II, 82). Región, donde, por otra parte hemos localizado los más remotos antecedentes de la cultura llanera, ignoramos si como resultado de las duras medidas contempladas desde 1773 con la aprobación de unas Ordenanzas de Llanos, orientadas a advertir a dueños, mayordomos, peones, mandadores, arrimados, vaqueros, compradores, agregados y otros, acerca del “hurto” de ganado (Salmoral, 1979). Normas represivas que pudieron determinar el surgimiento de mecanismos subrepticios de apropiación simulados como ejercicio de destreza, que se manifiestan a finales de la década de los setenta en tal región: el coleo, el garrochazo y el estoque, que en el llano adquieren una indiscutible especificidad, como observa el Teniente Justicia de Calabozo al recusar, en 1782, unos aspirantes a puestos públicos sin otros antecedente que “colear ganados”. Época en que detectamos la existencia de “fandangos” o bailes “con arpa”, en uno de los cuales la autoridad cortó las cuerdas porque, supuestamente, vio enamorados en la empalizada (Carrasquel, 1943, 183, 215).
“La cualidad de invencibles, atribuibles a toda etnia bien consolidada, y que Bolívar observa en los llaneros, en El sombrero, en 1818 (“…vosotros sois invencibles…), había sido advertido ya con respecto a moradores de la región por el Teniente Justicia de Calabozo en 1771, al referirse a los jueces indispensables para perseguir a los “cuatreros”. “… hombres baquianos de estos llanos que anden con el pie en el suelo, pasen un río a nado sin temor a sol, agua ni viento ni reparen en comodidades de comida, sino que cojan un tasajo asado, y un poco de casabe, que marchen de día y de noche hasta lograr el fin…” (IB., 27)
“A 60 kilómetros de allí y a unos diez de la Mesa de Paya, al sur de Ortiz, encontró en 1800, el Barón de Humboltd, a los hombres que caracterizó como “llaneros” y que habría ya vistos en 1799 viniendo de los llanos orientales. Es el más antiguo documento que registra el etnónimo de los llaneros en la escritura. Humboldt hace una descripción de sus trabajos, modos de vida y maneras de ser y menciona, además un “indio vaquero”, que lo orienta en la sabana.
Amigos historiadores de este evento de llaneros, -y llaneros-, de seguidas les cito, de esta misma Obra, el aparte denominado EL HEROISMO ÉTNICO, que si bien no está referido al tema, cual es lugar donde se descubrió al llanero, sí trata de manera bien precisa nuestra etnia, en relación directa con el cumpleaños 200 de la libertad y la intervención vital que en esta gesta cumplieron los llaneros.


EL HEROISMO ÉTNICO

“En el contexto de lo que había sido el Partido de Paya tiene lugar buena parte de la historia del heroísmo étnico llanero venezolano, por lo menos las expediciones de vindicta ejercidas a mediados del siglo XVII por Chiparara y que tienen su continuidad en los alzamientos de la india María de los Ángeles y Guardajumos en Calabozo y, sin dudas, en muchas de las acciones ejecutadas por “cabezuelas” calificados de cuatreros, vagos, bandidos o ladrones por la administración colonial. Hombres de llano que conformarían el grueso de las tropas que en 1812 y 1814 insurgieron contra la primera y segunda repúblicas venezolanas, orientados por lideres que supieron capitalizar su rencor contra una clase social, una casta y un poder que nunca había reconocido los derechos de los habitantes de la región y cada día, más bien, los conculcaba, incluso bajo el pretexto de la República. De esa territorialidad y ese rencor surge la figura de Boves, un comerciante asturiano residenciado en Calabozo, quien acaudilla hombres, sobre todo de la zona sur, de las costas del río Apure, próximas a lo que habían sido los merodeadores de Chiparara y a donde en 1811 el Comandante Pedro Aldao celebró, con música y gente de todas las clases, el primer aniversario de la emancipación. Curiosamente este militar muere dos años después combatiendo contra las tropas de Boves. Serán llaneros de otra jurisdicción –los del Partido de Unare o de la Nueva Andalucía- quienes dan muerte a este caudillo.”
Después de años, de este Sitio haberse perdido de los alcances de la historiografía, lo hemos encontrado. El Fundo El Caimán está en el Hato El Corozo, en un espacio de trabajo que los actuales propietarios denominan Potrero Caimán, es el mismo sitio desde donde el sabio alemán Alejandro Von Humboldt, en el año 1799, dio a conocer al mundo la existencia de la nueva etnia denominada Llanero y que fue visitada una veintena de años antes por el Obispo Mariano Martí, además, fue escenario donde se escenificaron eventos de la Guerra de Independencia de Venezuela. El libertador Simón Bolívar se encontraba el 14 de marzo de 1818 en este Sitio.
Llaneros, para finalizar esta Ponencia que celebra el acontecimiento del bicentenario de la Independencia, donde se enclava esta tierra llana, nada como ofrecer a el llanero, el descubrimiento del lugar donde él nació como etnia, o como otros prefieren llamarlo, el lugar donde el Sabio alemán le sacó la Partida de Nacimiento al Llanero colombovenezolano. Les leeré algunas citas del intercambio de correos electrónicos que realicé con el Doctor Adolfo Rodríguez y la Doctora Irma Mendoza en la búsqueda del Lugar Donde Nació el llanero. Me escribe Adolfo al inicio del periplo investigativo:“En 1972 hicimos un recorrido, casi a pie por el itinerario de Humboldt por Guárico. Se publicaron algunos papeles de trabajo e intentamos ubicar el hato El Caimán. Creo tener algunos apuntes al respecto, pero requeriré tiempo debido a que tengo disperso mi archivo…”
Otro comentario de Adolfo: “… cumplo con comunicarte mis más recientes pensamientos sobre el prodigioso sitio donde el barón de Humboldt apreció a los llaneros en su propio escenario y dejó la primera etnografía acerca de una topología nacional que ha dado que hacer y seguirá mortificando a historiadores, antropólogos, y escritores, espero que por los siglos de los siglos. Un encuentro de tanta luminosidad para que él admitiera para la historia de la literatura universal el nombre que ellos se daban y que nadie hasta entonces se atrevía a reconocer …”
Un último comentario, esta vez el de la Doctora en Historia, Doña Irma Mendoza, quien nos ha dicho: “En la Sección Tierras 1816, Letra M, aparece información del Hato El Caimán, en las proximidades de Ortiz, propiedad de María Josefa Mijares de Solórzano. Es una mantuana. El hato fue confiscado por Boves en 1814 pero con el triunfo patriota se acordó su reintegro a María Josefa. Ella lo reclama en 1816. En Libro de Comprobantes 1864 del mismo Archivo General de la Nación, aparecen documentos de José Antonio Páez, donde admite la compra de varias propiedades cercanas al Hato San Pablo. Esas propiedades pierden identidad al incorporarse a San Pablo, ¿Pasó con El Caimán?”.Todos estos datos hicieron que consultara Internet en las páginas que se indican:
http://www.solorecursos.com/pueblos/venezuela/mapa1.php?id=24376&ayuntamiento=&provincia=&comunidad=http://www.maplandia.com/venezuela/guarico/ortiz/paso-caiman/
El consultar con los administradores y trabajadores del Hato El Corozo, lugar que se corresponde con las coordenadas indicadas por los mapas satelitales de Internet, nos informan que este punto del mapa de la red ciertamente se corresponde con un sitio que queda dentro de sus predios, que ellos denominan Potrero del Caimán, pero que ellos no tenían noticias de por qué se denominaba así, ni desde cuándo, y tampoco sabían si allí existía un sitio viejo de posesión de hato. Nos recomendaron que habláramos con dos personas de los más viejos conocedores de la zona, y nos indicaron las direcciones de esto trabajadores que están en situación de retiro. Nos entrevistamos con los señores Román Saturno y Juan Rivero, quienes trabajaron en este llano del Caimán hace media centuria y nos informan que en este sitio denominado El Caimán existía un comercio que era regentado por un señor llamado Pedro Castillo; que en este sitio, al trabajarlo con el arado, se levantaban cosas como de una vieja casa, como tejas por ejemplo. Que en este sitio había una cruz que posiblemente marcaba el lugar donde enterraron o donde se mató, producto de la caída de un caballo, el señor Matías García, tío de uno otro de nuestros entrevistados, el señor Rómulo García.Razones que consideramos suficientes para concluir que este es el sitio donde en 1800 estaba el hato desde donde Humboldt le sacó la Partida de Nacimiento al Llanero. Albricias.Historiadores y llaneros, que hoy se encuentran en este XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS: BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA, he aquí un hallazgo que bien podría dar pie a nuevas investigaciones. Están todos invitados.Saludos.

Fotografía: Alberto Díaz. (Esteros y carretera, Camaguán, Venezuela)