jueves, 5 de agosto de 2010

CONDICIONES QUE FAVORECIERON UN CLIMA EMANCIPATORIO EN LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS

Ponencia presentada en el
XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA,
20 DE JULIO DE 1810-20 DE JULIO DE 2010
Támara- Casanare, República de Colombia, julio 17 al 20 de 2010.


Adolfo Rodríguez
(Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela)

INTRODUCCION

De la invasión hispana del territorio de los actuales Llanos Colombo Venezolanos, en el siglo XVI, a la proclama del Libertador Simón Bolívar en 1818 reconociendo a sus habitantes llaneros como “independientes a pesar del imperio español”, median casi tres siglos, en que el paisaje y la cultura local experimentan una notoria transfiguración. Reacomodo con antecedentes remotos en la visión del espacio llanero como consustaciación del habitante con tal territorialidad en oposición al rechazo del mismo por parte del extraño. Y, a posteriori, la inesperada e involuntaria adaptación, cimarronaje y multiplicación, en dichos llanos, de la ganadería mayor proveniente de Europa (bovinos, equinos y otros). Y, particularmente, la llanerización del caballo traído para oprimir (*), invistiéndose, a un tiempo, de energía liberadora (**). Que al asumirlo, etnias y demás grupos sociales perseguidos, para montar, configuran una cultura que acrecienta asi, el conocimiento y control del nuevo habitat. .
Los procedimientos expoliadores y represivos dirigidas a la apropiación de la ganadería cimarrona por parte del poder colonial, con vistas a la comercialización de la carne, cueros, sebo y otros subproductos, legitiman tal usufructo, a través de recursos administrativos como encomiendas, auciones, mercedes, composiciones, reales cédulas, ordenanzas de llano, etc. Que dan lugar, a su vez, a subterfugios para la captura del ganado con desjarretaderas, brujeo, corrales falsos, coleo, hueseo, etc. y alternativas societarias (cumbes, rochelas, bandidismo llanero, etc.), amen de alianzas simuladas u ostensibles, interclasistas o interétnicas.
El sector mas ilustrado de la colonia no cae en la indole irreversible de la nueva realidad, hasta que no es alertado por el pensamiento ilumnista. Es Humboldt, quien da cuenta de la neoetnicidad, como grupo sociocultural que se autodefine “llanero”, ostentando autonomía de acción y asiéndose de un corpus doctrinal o código que les permiten diferenciarse, adscribir o excluir a los otros. Caso éste factible solo cuando hay resistencia por parte de la otridad instada a la adscripción.
La dirigencia política de la revolución emancipadora no calibrará, oportunamente, la fortaleza de una cultura con poderío suficiente como para incidir determinantemente en la caída de dos proyectos republicanos (1812 y 1814). De manera tal que, advertido Bolívar de ello, los asuntos comienzan a favorecer su causa, como apunta en 1817: “Ahora más que nunca debemos confiar en la fortuna, ya que empezamos la restauración de Venezuela por donde debemos: por el Orinoco y por los Llanos“

(*) Infiere Galeotto (1995) que “Sin caballos no se habría conquistado nunca esta tierra, porque los cristianos son pocos respecto a los indios y se comprueba en países en los cuales no se pueden aprovechar los caballos, pues allí resisten valientemente y no se les puede conquistar” (p. 114)

(**) Usando un tiempo verbal futuro, Bolivar expresa a los llaneros en su proclama de 1818 que “sereis independientes a pesar del imperio español”. Aunque es el presente el que emplea al decir que “vuestros caballos, vuestas lanzas y estos desiertos os libran de la tirania”. Una disponibilidad libertaria que, a nuestro entender, data del mismo instante en que una etnicidad cristaliza, ya que toda manifestación sociocultural original, articulada a lo primario, nace impelida por la libertad, bien intangible que, a su vez, le imprime razón de ser.

EL MEDIO FISICO LLANERO

Como unidad ecológica y de paisaje, los Llanos de la Orinoquia se encuentran distribuidos entre Colombia y Venezuela, (latitud 3º10º N y longitud 62º a 74º W), abarcando una extensión aproximada de 500.000 Km.², siendo la porción venezolana un 68% del área total. Un 31,2% de la superficie de Venezuela. La tercera parte según Sigen y Vareschi (1982), para quienes la superficie venezolana alcanza casi 400.000 Km2.
La Región Central Llanera Colombo-Venezolana forma parte de la Gran Depresión Longitudinal Sudamericana, mayormente cubierta por vegetación de sabana. Se extiende de Oeste a Este desde el piedemonte oriental de los Andes hasta la región nor–oriental de Venezuela, donde desciende de la Serranía del Interior de la Cordillera de la Costa hasta el río Orinoco, que la separa de Guayana, al tiempo que la empalma con el sistema amazónico, en el tramo meridional del río Guaviare, en territorio colombiano. Una longitud territorial de 1.300 km., entre el piedemonte andino-llanero y el océano Atlántico, en las bocas del Orinoco, con amplitud máxima de 400 km., entre la ciudad de San Carlos, al norte y el río Meta, al sur (Vila, M. A., 1967; Zamora y Domínguez, 1987).
Continuidad geológica, geomorfológica, biótica y cultural, que se expresa en el marcado extremismo de sus estaciones, abundante red fluvial, variedad de biotopos y extensión fronteriza de doscientos cincuenta Km2 cuadrados en territorio colombiano y trescientos mil en Venezuela. Una amplitud que hizo pensar a Gallegos (1977) que “en la llanura por todas partes se va a todas partes” (p. 166). Se entra o se sale de ella, sirviéndose de su red de ríos y vecindad con otros relieves: “paisaje uniforme de comunicación abierta” según Kaldone (1984). Fronterizo de selvas, zonas montañosas y grandes cursos acuáticos, explica esa articulación con casi todas las regiones geográficas subcontinentales.
Territorio de la desmesura, la vastedad llanera, usualmente es susceptible a la hipérbole:
1) Hiperespacialidad resultante de la extensión y anchura territorial.
2) Hiperuniformidad derivada de un predominio de la sabana abierta frente a la sabana arborada o boscosa:
) Hiperdiversidad, proveniente de la multiplicidad de zonas de vida, la hidrografía, los biotopos, contrastes limítrofes, hiperestacionalidad. (*).……
Indole bipolar, topográfica, ecosistémica, climática, que no poco peso ha ejercido en la dinámica sociocultural. Dinamica que Gallegos (1977) resumió con la metafora de un “péndulo que se mueve sobre la llanura: de la inundación a la sequía y de la sequía a la inundación” (p. 231).

La tradición cultural colombo-venezolana atribuye al llanero marcada dependencia a “su geografía”. Lo cree Ovalles (1905) cuando estima, procedente del “medio”, su “entidad psicológica”, Rómulo Gallegos presumiendo una “tiranía de lo llano” expresada en ideología igualitaria y que hace pensar a Domingo Alberto Rangel (1974) que allí la naturaleza parece “superponerse a la especie humana, y por encima de las diferencias sociales”.
Opinando De Armas Chitty (1952) que “en esa forja de la voluntad que es la intemperie, “la llanura guariqueña acusa físicamente dos geografías, y dentro de ellas, sicológicamente, dos perfiles”: el del Alto Llano, desconfiado, siendo abierto el del Llano Bajo, subrayando que “cada hombre se parece a su ambiente” (1979), añadiendo que “el llano ha creado, de acuerdo con su geografía, dos caracteres: al norte, reservado, malicioso, un hombre que trata de explorar la intención de la persona a quien se dirija antes de hablarle; al sur, el hombre difiere del otro porque parece no tener malicia. Se da sin reservas. Junto con la taza de café entrega un acento cordial que sólo da el hijo del alto-llano cuando se familiariza.



LLANERIZACION DEL CABALLO

En un lapso de casi cincuenta años comprendido entre finales del siglo XVI y mediados del XVII, pudo gestarse este inusitado hecho ecoétnico, de indudable singularidad en la historia continental. Un proceso que se inicia con la adaptación, involuntaria y espontánea, de componentes bióticos de procedencia europea, en los espacios de las grandes sabanas. Hay un significativo momento de tal mutación, en que el temor de los indios a los caballos, se revierte en asociación entre ambos. Un estallido de nueva etnicidad, a posteriori del acondicionamiento, a la región, del caballo berebere (*), devenido así en caballo llanero luego de unas cuantas generaciones durante el lapso mencionado. Un proceso reproductivo, gestado inicialmente al margen de la mano del hombre: “20 manos de alto, una magnifica presencia, son fuertes, capaces de soportar grandes fatigas y son grandes corredores. Las mulas se usan con gran frecuencia para montar” de acuerdo con observación de Hambleton, J. N., quien visita Ciudad Bolívar en 1818 (Pineda, R., 1980, I, p. 189)

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*) Refiere Humboldt (1956) que “Los caballos de los Llanos provienen de la hermosa raza española y no son de gran talla. Tienen generalmente un color castaño uniforme, como la mayor parte de los animales salvajes. Padeciendo a su vez de la sequía y de las inundaciones, atormentado por las picaduras de los insectos y de los grandes murciélagos, pasan una vida áspera e inquieta. Sólo después de haber recorrido durante algunos meses los cuidados del hombre se desenvuelven sus buenas cualidades y se ponen finos…” (T. III pp. 189-190).

Diciendo Luís Alberto Crespo de un caballo "sabanero", "prototipo del caballo criollo" según J. Giacoppini Zárraga, caracterizándolo con una "impaciencia de la oreja habituada a oír la enormidad que había sido su cuna". Para Crespo "tuvieron que transcurrir los primeros veinticinco años del siglo XVI para que el hijo del caballo berebere y nómades venciera las ingratitudes de los climas tropicales, el acoso de las plagas y la pobreza de los pastos. Abandonaron sus islas natales de Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica y se dieron a galopar por las sabanas y charcos de Tierra Firme, expuestos al vendaval, la sed, el hambre, a las fieras. Perdieron el donaire de los ancestros, pero ganaron en resistencia y orgullo”. Según palabras de JGZ "perdió alzada y cobró resistencia. Perdió belleza y ganó una increíble capacidad de aguante. Hubo de soportar las peores inclemencias (Crespo. L. A. "Hace quinientos años regresaron a su tierra de origen los caballos desde España hasta don José Giacopini Zárraga", El Diario de Caracas, 3.10.1991).

Pudiendo agregarse que ganó también libertad cuando hizo suyo un territorio sin linderos, una capacidad de sobrevivir en él, una asociación con la horizontalidad y el sin fin, que concurre al proceso de transfiguración del hombre que se le une. Surge así el llanero: el hombre que asume el llano desde el caballo asumido por el llano. Reconstitución en libertad.

Fue un detonante reetnizador, la habituación del caballo al ecosistema llanero colombo-venezolanos. Ya que de tal dinámica deriva la neoetnicidad llanera. Reelaboración gestada, con sus singularidades territoriales e histórico- culturales, en otras regiones de América:

Fue factor decisivo durante las guerras del siglo XIX:
El Secretario de Interior H. Pérez de Velasco, jefe político en enero 6 de 1846 escribe que “sin caballos no se puede obrar en el Llano y sin caballos las tropas acuarteladas, no hacen más que pasar el tiempo” (AGN, I y J, ts. CCCXX (1,96), CCCII (1,30, 137).

ESPECIFICIDAD DEL MODELO DE APROPIACION DE RESES Y TIERRAS EN LOS LLANOS

El control de la ganadería cimarrona de los Llanos por parte del poder colonial y los propietarios, debió constituir un verdadero desafío a la imaginación, ya que se ponen en práctica diversas estrategias de apropiación, sobre todo cuando en las primeras décadas del siglo XVII se incrementa la exportación de cueros hasta alcanzar el primer lugar en la Capitanía General de Venezuela. Entre tales estratagemas:

1) El envío de esclavos negros y otros intermediarios mestizos por parte de los hateros para la administración y manejo de sus "propiedades" (Chacin Soto, 1972: 14; Castillo Lara, 1984: 199-200).

2) Las "auciones" o "acciones" de hato otorgadas por los cabildos a "criadores" que no podían obtener la tierra por composición ni mercedes y ejercer con aquél procedimiento el derecho de pasto para los rebaños y disponer del ganado "cimarrón" u "orejano" (Castillo Lara, 1984: I, 192 y 193).

3) La fundación de poblaciones, cuyo principal propósito fue la cacería de ganado cimarrón para la exportación del cuero. Consideramos que ese fue el objeto de Santa María de Manapire erigida en 1632 por Juan de Urpín, San Miguel del Batey fundada en 1649 por Miguel de Urbés, Nuestra Señora de Calatayud fundada por Ochogavia hacia la misma época y La Nueva Cantabria, fundada en 1643 por el Gobernador de Trinidad y Guayana próxima al sitio donde se encuentra Cabruta

RESPUESTAS ANTI-HATERAS DE LOS INDIGENAS

Tempranamente, en el siglo XVI, los ganados establecidos en forma de ganadería de corral en la zona centro-norte-costera de Venezuela, presionaron para alcanzar nuevas zonas de pasto y agua. Fue una de las razones fundamentales del denominado cerco del Llano. Y de la fundación en 1584 de San Sebastián de los Reyes, como avanzada hacia los que serían considerados Llanos de Caracas y que, indistintamente, de acuerdo con la preeminencia local, determinada por la provisión de carne para la capital de la Provincia, ostentaron el privilegio de ser el hinterland predilecto: San Juan, San Antonio, Platilla, Paya, Aricapano, Palmas.

La documentación revisada considera que las etnias indígenas que poblaban la región o incursionaban contra las avanzadas hispánicas, eran caribes que subían desde el Orinoco, cumanagotos que llegaban hasta Chaguaramas, al este; “Tamanacos de uno y otro lado del Tocopio; tomusas que bajan de Guaribe, caracares, gueres, etc. “Y se recuerda que el capitán Andrés Román en un tribunal instituido en las Palmas para juzgar a los “indios rebeldes” denominaba indistintamente caribes, auribires, chacaracas, arucos, palenques y cumanagotos,

Modelo de resistencia que persistió durante casi todo el siglo XVII, como podemos testimoniar: Una reacción que aún persistía en esta región del río Portuguesa hacia 1789 (Izard, 1988, 38).

ETNICIDADES AFROLLANERAS



La presencia de etnias afroamericanas en tierras de los llanos centrales data de comienzos del siglo XVII, en que se habla de "negros y mulatos" en el Partido de las Palmas, llevados allí por los dueños de hatos para que los auxilien en la recolección del ganado (Chacín Soto, l972: l4). Autor que hace referencia, más o menos hacia la misma época, del pardo Andrés Montero, participante en una entrada del Capitán Tomás Ochoa contra amaibas, otomacos y paimas (p. 89 ). Presencia esclavista o dominadora, que debía tener ya su contrapartida, en cumbes, caseríos, guaridas o rochelas, en razón de lo que advierte Vargas Machuca en 1610, con respecto a Margarita, sobre la facilidad con

que un negro podía hacerse "cimarrón" "teniendo la comida segura en el dicho ganado..." (Acosta Saignes, l96l: 25l). Y, efectivamente, el 4 de febrero de 1645, informa el Alcalde Deán Cristóbal Quixano que "...de pocos días a esta parte han faltado y ausentándose de esta ciudad mucha cantidad de negros...”, haciéndose eco de la "noticia" de que en la "provincia de los L (l) anos... están retirados... mucha cantidad de dichos negros, y otros...." (Actas del Cabildo, VII: 93).

Situación a la cual se refiere la R. C. de 1651 con respecto a la fundación de hatos en Paya, San Antonio, Las Palmas, Aricapano, La Platilla y el Tinaco, que habiendo estado en posesión quieta y pacífica muchos años, ¨diferentes personas, so color de alguna parte de aczion, se han yntrodusido yéndose a los hatos y partes donde pasta el dicho ganado estándose en él… llevan mestizos, mulatos y yndios libres… que los ayuden¨. Pero que han sido la causa, según dicha RC, de la despoblación de los hatos y el que falten, mas de sesenta mil cabezas y, en las matanzas, mas de veinte mil arrobas de sebo y otras tantas de manteca….¨, etc., etc.

Observando O´ Leary, durante la Independencia, que “La masa de los habitantes de las tierras cálidas se compone de negros o descendientes de africanos, mulatos y zambos o cuarterones, todos marcados de la misma manera, por las proporciones de los europeos de sangre pura” (O´Leary, XXVII, Introducción a Las Memorias, xxvii).

Por lo que casi siempre, en la misma época, se asocia a los llaneros con esta procedencia africana. Así que Un anonimista residenciado en Trinidad, en carta que reproduce “Le Moniteur Universal” de Paris del 30-9-1817 informa que “Los independientes se habían apoderado de Caracas y Santa Fe con ayuda de los zambos (así se designa a los mestizos-negros), quienes son hoy, defensores decididos de la independencia. De ellos, cuatro mil están a las órdenes de Páez. Las divisiones de Nonato Pérez, Monagas, Zaraza, Cedeño, Villafranca, están compuestas principalmente por esa raza audaz, que vive de carne asada, sin pan; bebe leche, le gusta la ropa para los días de fiesta. Ama todos lo que pueda tener sin exigirlo; como ha dicho Morillo, ni ropas ni hospitales” (Rosas Marcano, 1964, 201).

ALIANZAS INTER ETNICAS

En los libros de bautismo de Parapara aparece en 1715 el blanco Horacio Sánchez Borrego como testigo en la cristianización del hijo de una esclava. Una alianza que ese mismo año se observa en hijos de esclavo pardo e india, parda libre y esclavo moreno y de esclavo negro con india. Un mestizaje que se estaba produciendo en todos los órdenes en el espacio regional y que no era del agrado del poder colonial.

Fray Bernardo Rotella dice en 1743 de los "cariues y sus aliados, que nunca les falta algún Negro, Mulato o Blanco, estrangero que los acompaña..." (Del Rey Fajardo, 1974, II" 361).

Y la encuesta encomendada por la GCG en 1765 arroja importante información sobre esa interacción social:

Ganaderos que proponen diferenciar entre los "agregados" y "los arrochelados", como Bartolomé Padrón, quien censa cien familias en Quebrada Honda entre "Blancos dueños y agregados" y 98 "de los pardos, zambos, negros e indios..." Aunque Francisco Domínguez atribuye a los agregados tanta responsabilidad como a los no-blancos, en la cuestión del abigeato: "También Se siguen grandes daños. Con las familias, livres. viben. sircunbesinas alos atos. y endes poblados enesos montes"

LA TRANSFIGURACIÓN

El primer registro que hace Humboldt (1956) de la neoetnia llanera va referido al traslado de reses enviadas por llaneros a la zona portuaria de oriente. Para referirse luego a “peones llaneros” e “indios vaqueros” al describir hatos próximo a Calabozo, donde en la época prehispánica estuvieron asentados los guamoteyes, y, al fundarse las misiones (1723), hubo mapoyos, güires, palenques y Achaguas (Castillo Lara, 1975).

Es factible una gran diversidad en los modos en que los indígenas se ganaderizan y adoptan el caballo para montar. Multiplicidad de prácticas que dependen de las etnias, los espacios, la mayor o menor participación de otras etnicidades (hispanas o africamas), etc.

Se advierte que en aquellas circunstancias de enfrentamientos frontales de algunas tribus contra las avanzadas hateras, se manifiestan fricciones entre indios vaqueros, ese umbral etnogénico, que parece dar origen a los llaneros. Ese instante en que el complejo hombre-llano- caballo, deja de ser simple interacción y se traduce en “constelación étnica consciente de sí misma” (Giménez, G. 2006). Un momento en que puede hablarse de llanerización, como acto en que el caballo adaptado a la región, más que montura e instrumento de un modo de producción, pasa a ser modo de vida, modo de ser en el Llano. Praxis que concebimos como llaneridad. Un decurso en el que la máxima expresión es el descubrirse como acreedores de una denominación extensiva a todo el grupo. El hallazgo del sustantivo-adjetivo “llanero” y su poder expresivo de todo un modo que se hace y se reconstruye a sí mismo. Por lo tanto: etnicidad.
El habitante llanero se consustancia con el ecosistema de sabanas en general y con el pequeño nicho en que habita. De ello, deriva, en gran parte, su saber: “la intuición, la malicia y ciertas facultades personalísimas... lo capacitan de una aptitud superior, pues a fuerza de convivir con la naturaleza.... se desarrollan en el ser los sentidos de una manera especial... Un llanero va por la sabana y, sin darse cuenta a si mismo va escogiendo instintivamente los lugares más apropiados y accesibles a su marcha (Calzadilla, 1948: 56).

De ese conocimiento y dominio de la especificidad del espacio vital, dimana el tipo de poder propio de la sociedad llanera, sapiencia que concurre a la organización de la dinámica interna de la etnia, y que no se extiende a otros espacios: un poder para el mantenimiento, la reproducción y el desarrollo de la línea básica de la etnia que es su invencibilidad. Un Poder que el llanero fundamenta en el manejo del conocimiento del llano, desde su comportamiento ecológico, hasta sus manifestaciones mágicas y simbólicas. Dominio cognitivo que se manifiesta en hechos laborales, lúdicos o simples rutinas de la cotidianidad.

LOS HATOS

El aprovechamiento de las reses para el consumo de su carne y leche, amén de otros hechos vinculados con la práctica ganaderil (ordeño, captura de la res, etc.), contribuirá a la configuración de la nueva etnicidad, cuya persistencia trasciende hasta la época contemporánea, con tal singularidad y alteridad, como para promover admiración, reconocimiento, estudio, pero también desprecio por parte de ¨los otros¨ no étnicos.

Matiz éste interclasista que privó en el silenciamiento, persecución y rechazo, hasta mas allá de 1800 en que una renovación del pensamiento eurocentrista, expresado en el romanticismo, influye para que el barón Alejandro de Humboldt, reconozca en la escritura, el derecho a su etnònimo: los llaneros. Con tal impacto, esta aceptación, como para que de inmediato (1801 y 1802) dos intelectuales venezolanos (José Antonio Montenegro y Fray Ramón Bueno) lo secunden en textos de invalorable importancia para la historia de la cultura nacional.

La especificidad del trabajo de llano obliga a esta conciliación entre los distintos componentes socioculturales que hacen vida en la región. Concurren, amén de los esclavos enviados por los amos e hijos de estos, casi siempre ilegítimos: los indígenas, "brujos, salvajes...”, que "sin sujeción, les tiraba la ociosidad y bárbaro estilo, hallándose forzados (los misioneros) a buscarlos por los hatos muchas veces..." (Carrocera, l972: I, 455). A lo cual se suma los mercaderes, ocupados en el "furtivo comercio", con el que entraban en transacciones con "los mallordomos y esclavos... sin saberlo sus amos..." (De Armas Chitty, 1979).

Es posible una clasificación de los posibles comportamientos humanos que resultan de las fricciones interétnicas e interclasistas que se gestan en torno a los hatos:

a) Las etnias indígenas que rechazan la reetnización y, que por ello, desaparecen o son replegadas hacia zonas de refugio, donde preservan, en la medida de lo posible, sus ethos específicos.

b) Indios que se instalan, temporariamente, en las zonas de trabajo ganaderas y que, sin desintegrarse étnicamente, cumplen algunas labores, generalmente referidas a " trabajos de mano", como cortes de madera, levantamiento de líneas para corrales y potreros, etc.

c) Indios que asumen el trabajo con reses o a caballo, pero se mantienen al margen de la presencia europea, como los palenques y píritus.

d) Indios vaqueros, en el marco de las encomiendas.

e) Llaneros propiamente dichos, que asumen el trabajo de llano, como modo de vida, dentro o fuera de los hatos.

g) Y vaqueros: denominación que los hispanos dan a los hombres cuya profesión es el trabajo a caballo, con reses, y que interactuarán, de manera interclasista o interfecundantemente (reetnizándose), con las otros modos de vida mencionados.

LAS MISIONES

La situación planteada por la resistencia indígena y de otras etnias frente a la penetración hatera, motivó desde los primeros tiempos, la mediación religiosa. Juan de Urpín lo sugiere, pero no es sino en 1657, que el Deán y Cabildo Eclesiástico de Caracas solicitan ante el Rey misioneros capuchinos para la conversión de los indios guamonteyes de los llanos "gente humilde y que nunca han dado guerra, ni impedido los pastos, caminos y agua a los españoles" y protegerlos de españoles "que no tienen de qué vestirse o qué jugar" y los usufructúan. Siete años llevaba la presencia capuchina en Cumanagoto.

Rodríguez Mirabal (1987) denomina ese proceso de “penetración sistemática tanto de misiones como de criadores” en el Llano “estrategia geopolítica de dominación-control”, expuesta en 1770 por Fray Félix Cortés, prefecto de las misiones capuchinas de los llanos de Caracas en informe al Rey (Pp. 109-112).

En 1728 informa el Prefecto de las Misiones Capuchinas P. Benito de Moya que el P. Fr. Tomás de Pons desde 1718, "siempre divagando por varias provincias de esta América, solo y sin propia misión ni domicilio...", se encontraba "a las riberas del Orinoco, jurisdicción de Caracas, en un sitio llamado Chimire, 15 días de navegación distante de su misión, en el cual sitio vive con algunos indios solo", muy cerca del actual puerto de Parmana y no lejos del cerro Manamundo, donde establece, en 1725, la Misión de Santo Tomás de Aracay sobre el río de este nombre, unas cincuenta leguas de Caracas o de S. S. de los Reyes, con "indios gentiles, de nación palenque, doscientos de ambos sexos...", al parecer huidos de las misiones de los Padres Observantes de Nueva Barcelona. Castillo Lara (1984) escribe que "la primera idea de los Capuchinos para avanzar la frontera y poder lograr la civilización de las regiones centrales del Guárico y circunvecinas al Orinoco, fue fundar una población en Cabruta", prevista en una RC, pero se impuso la voluntad de los indígenas.

De los Llanos Orientales de la actual República de Colombia, Informa Pérez Ángel (1997) sobre la estrecha relación mantenida por las misiones religiosas con la escolta de Casanare, para facilitar el reclutamiento de indígenas dispersos en la sabana “para acostumbrarlos a trabajar en las haciendas y... cristianarlos” con todas las implicaciones en cuanto a rupturas tanto de los ecosistemas como de las estructuras societarias. Fricciones que para Pérez Ángel representó “una nueva cultura en los Llanos, hasta originar un peón de a caballo con mentalidad de sujeción a los controles del poder”.

LAS ROCHELAS

La Administración colonial denomina cumbes, rochelas o patucos a los caseríos de negros, indios, zambos, mestizos, pardos y blancos perseguidos por “la justicia”. Aunque no era rara la ocasión en que se encontrara, formando parte de ese patrón de asentamiento, a peones “libres” que se concertaban en los hatos (AGN, GCG: XXXV: f. 176).

El Teniente de Justicia de Calabozo denuncia en 1765 a los que denomina “habitadores de los montes”, que con pretexto de “labranzas” se ubican a orillas de los ríos. Días en que uno de los ganaderos informaba que tales habitadores, en esas partes, edificaban sus “bogios” o ranchos, ocultos e inabordables, e inmediatos a zonas a donde se retiraban sus “ganados” –del ganadero-, con lo cual dichos “habitadores” podían tenerlos “a su disposición…”, explicando el informante que tal modo de vida derivaba, en gran parte, de que “siendo como son tan vastos y dilatados los llanos, la gente ociosa poco aplicada al trabajo se acoge a ellos, por la facilitad de mantenerse sin trabajar, robando a los criadores, sus ganados” (De Armas Chitty, 1979 : I : 238-240).

Una geografía de caños, palmares, montañas, tierra adentro, ríos, tremedales, a manera de escondites. Y que no serán ignorados ni por Zaraza ni por Boves ni por Páez.

LIBERTINISMO Y FIESTA

Dice el alcalde sansebastianero Gómez Román que hacia los llanos orientales de la Provincia de Caracas “pulula la peor gente¨ por estar ¨sin ley ni rey ni conocimiento de la doctrina cristiana… que no están allí mas que por vivir, porque los tiene don Fulano y no más; esto de lo que viven es de los vicios, amancebados y facinerosos, consintiendo el trato ilícito por aquellos predios y arrochelados todas las castas de gente y esclavos fugitivos… llevándose el ganado que allí había… por el trato ilícito de aquellos sambos y gente inferior que allí andan habitando… que deben ser expelidos de allí y que se vengan a las goteras de la ciudad a vivir, para que estén bajo sujeción…¨ (Castillo Lara, 1984, II, 328-9).

En el listado de los vicios registrados por el obispo Marti en su libro personal: nomadismo, borracheras, incontinencia, flojera, Murmuración, Irreligiosidad y carácter reservado en Calabozo Mencionando en 7 de enero de 1787 el T.J. de Calabozo Francisco de Guevara informa que "los vicios que más predominan en estos besinos... la ociosidad y pereza en el trabajo, de que nace el robo continuo y la mordacidad, la luxuria.

Quizá por lo cual observa Dauxion Lavaise (1967 (1813) que la indolencia y la pereza de los hombres del llano deriva "del placer" (p. 231) ¿O era éste el que derivaba de aquellos? (1967 (1813): 231).

El adulterio jugaba garrote, hasta el punto que el tal Rodríguez el 82 “se llevaba a los pueblos colaterales a fiestas” a una mujer casada “en el bridón y él en el anca de su mula con su bastón colgando” (indicativo de su dignidad de alcalde) (Carrasquel, 1943: 266).

“los indios bárbaros que habitan los dilatados llanos de Caracas…” entre otros defectos, “son dados a la sodomía, incesto, adulterio, pluralidad de mujeres; no hay entre ellos casamientos, ni guardan la indisolubilidad, pues lo ordinario es no respetar cognación ni grado, menos que en la línea recta, usando el ilícito trato con dos hermanas y madre e hijas (Carrocera, 1972).

Para el prefecto P Jerónimo de Gilbraltar en 1761 los indios de nación guaiquire, tamanacos, mapojos y guamos de El Tinaco “viven muy a su placer por lo muy inclinados que son a la pesquería “

---Genios cabilosos y de poca unión aun entre parientes… desidiosos a excepción de los que se titulan hacendados que se dan a la cría y se aplican al trabajo, a excepción de la plebe que están dadas al ocio que mucho a las mas veces no hai un hombre que sirva en la haziendas” (Carrocera, 1972: III, 84).

Es de imaginar que dado el carácter socializadora de toda fiesta, cualquiera que sea, fuese objeto de reprimenda por parte del poder colonial, Así se explica que las primeras referencias a hechos de energías étnicas de carácter festivo, estén asociadas a actos de control sobre las mismas. A saber:

El obispo Martí (1965) condena como vicio el hecho de que, en Ortiz y en San Fernando de Cachicamo, haya tanta adicción al baile.

Aunque el coleo probablemente existe ya como práctica de trabajo de llano desde el mismo siglo XVI en que adquiere auge el comercio ganaderíl en Venezuela, no es sino a finales del siglo XVIII, en que patentiza en la ordenación legal de entonces como práctica prohibida. No se le menciona en las Ordenanzas de Llanos de 1773, aunque sí las sanciones contra otras prácticas socioculturales ejercidas por los llaneros, a modo de subsistencia. Como respuesta debió surgir o incrementarse el coleo, que es realidad en 1782 cuando el T de J de Calabozo recusa a ciertos aspirantes a puestos públicos por entrar “a un ministerio tan delicado después de no haber tenido en toda su vida otro ejercicio que colear ganados”.

En las Ordenanzas de 1794, el Art. 11 del Título Tercero del Tratado Tres informa acerca de lo reciente de tal práctica: “Y porque se ha introducido por vana ostentación el abuso no sólo de colear y garrochar los animales ajenos en las sabanas, sino de estoquear al modo en que lo hacen en las plazas públicas los toreadores en tiempo de regocijos, de que se sigue inutilizarlos, y aún matarlos, con perjuicio notabilísimo de sus dueños....”

Hasta los bailes fueron restringidos:

En 1782, no por azar, están de moda, los “fandangos”, bailes con “arpa” y una autoridad rompe una porque advierte parejas de enamorados en la empalizada donde se realiza la fiesta. La esperada conexión entre “lujuria” y modos étnicos de ejercer funciones laborales y festivos (Carrasquel, 1943: 183, 215).

Refiriendo, asimismo, el pleito entre Don Lorenzo Buscarruidos y otros principales de Calabozo, quejándose de que aquél los titula " perros mulatos" y por ello lo llaman "perro indio”. Una de las tantas veces en que pugnaron los blancos entre sí en Calabozo, siendo otra la vez en que el T. J. Terreros inició con José Antonio Camacho y el Regidor don Pablo Silva, un pleito por una licencia que éste otorgó a la moza Matea para un baile en su casa. Y el escribano Demetrio Montiel influye para que sea expulsado de la ciudad, por "pendolista y enredador", el maestro Esteban Valenciano, por escribir contra Ignacio Romero, pero don Juan Camacho lo defiende. Y disintieron en otra ocasión porque unos apoyaban al presunto "médico" José Romualdo de Silva Arrechedera y otros lo acusaban de "curioso". Enfrentamientos que se expresan en 1793 en dos "partidos" que se disputan cargos en el cabildo.

Cuando advino la independencia, recuperar las fiestas fue como una de las más preciadas iniciativas del nuevo tiempo, no obstante la ruina, o a manera de superar ésta:

Un manuscrito de 1902 incluido en Ovalles (1990), refiere que a partir de 1823, al finalizar la guerra de Independencia, "las pocas familias de esta población (Valle de la Pascua) ya tenían disposición para divertirse y la única diversión era bailar, los bailes se efectuaban los sábados.... eligieron la plaza, allí tenían un terreno bien limpio y parejo, los asientos eran toletes de palo, para el alumbrado cada pareja estaba en la obligación de llevar al lugar un haz de leña y los hombres una tapara de agua, al oscurecer concurrían, las mujeres vestidas con una túnica de huesito ajustado a la cintura con un cordón de pabilo, los hombres de camisa y carsonsillo, carsado para ambos dedos ninguno, música, bandola y maracas... Estos bailes duraban hasta que se consumía la leña.

LA TRAMA DEL MERCADO

Los "tratantes con mercaderías" incursionaron en los llanos con significación, por lo menos desde 1622, en que Caracas y San Sebastián de los Reyes experimentaron una gran abundancia de ganados y confrontaron problemas de competencia generados, por la introducción de cueros de ganados, sin que hubiese ningún control sobre los hierros. Pero en 1624 se exigen los nombres de los vendedores, cuando el introductor no es el propietario, etc. Y dos años después denuncian los criadores que la causa de las grandes pérdidas es la presencia en los hatos de tratantes de mercaderías que vienen a permutarlas " (Castillo Lara, 1984, I, 197-198).

ANCHO Y LIBRE

De los tres elementos que Bolívar nombra para explicar a los llaneros, dos están adjetivados con el posesivo “vuestros” (caballos y lanzas), pero no los desiertos que designa con el demostrativo “estos”. Imaginemos que a manera de sesgo literario, en el entendido de que Bolívar jamás desconoció que tan vasta territorialidad también les pertenecía.

Por su parte, Santander quien proclama a los llaneros de Casanare, un mes luego que Bolívar e inspirado quizá en éste, les concede el honor de las luchas que han ganado: “No soy yo, sois vosotros los que habéis realizado, dóciles, obedientes y animados de un patriotismo puro, muy poco he tenido que poner de mi parte” (Pérez Ángel, 2005, p. 158).

Lo cual ratifica un año después en carta a Bolívar (abril de 1819): “La justicia exige que yo manifiesta a VE, y al mundo el interés y el entusiasmo de los habitantes de Casanare por su independencia, todos los llaneros han vencido al enemigo con fuerza, y han llegado al ejercito sin ser llamados,… Casanare es digno de la libertad pues la ha comprado a bien caro precio”.

En proclama del 24 de mayo a los granadinos informa Santander que “la intrépida vanguardia de un poderoso ejército llanero marcha bajo mis órdenes a despedazar vuestras cadenas”. En sus Memorias explicará que después de Pantano de Vargas “los llaneros habían arrebatado una victoria que parecía segura al enemigo. Desde aquel día las tropas realistas perdieron toda su confianza y se pudo vaticinar cual seria el éxito final de la campaña” (Pérez Ángel, 2005)...

Una admiración tal que le hace decir en sus Memorias que “diez llaneros eran capaces de acometer a 100 soldados a pesar de la disciplina y de la moral con que este jefe (Barreiro) había inspirado a sus tropas” (235)

Suficiente para que no hubiese la mínima posibilidad de que se discutiese a los llaneros su sentido de pertenencia con respecto al Llano, que va mucho más allá del sentido de propiedad, que nunca los atormentó.

La tierra era ancha y de ellos.

Pérez Ángel (op. cit.) reproduce una expresión que bien les cuadra: “dueños de nada por tener todo el Llano”

Como dice don Pancho Cuevas: “Para el verdadero llanero, un buen caballo, una sabana ancha y la necesidad de hacer caminos” (Amaya Luzardo, U., 2007, p. 79)

CODA

Otro Significado hay quizá en la voz “desierto” usada por Bolívar: aquello que es todo y es nada. La territorialidad de su indiscutible señorío. Lo que el Llano fue antes de que se instalasen los hatos, los pueblos y las rochelas. Esos sitios fijos. El lugar de la libertad, de la tonada y los bienes a la orden de quien los necesite. Los recursos mínimos para una existencia a la medida de la felicidad llanera.

Sugiere también la posibilidad de esa diversidad de culturas con las que se irá topando Bolívar para adquirir una imagen más serena, más despejada y más proclive al discernimiento para Iinteraccionar:

El Llanero propiamente dicho que es el que ha definido.

Los habitantes de los llanos: que son todos los ubicados en la vasta territorialidad que describe.

Los habitadores de los montes (caños, palmares, costos) aún asolados por los terrores de la esclavitud, la persecución y el resentimiento.

Los hombres propiamente de las vegas, que han de desarrollar toda clase de malicia para entenderse con unos y con otros.

Los mediadores que casi siempre van detrás de los anteriores, satisfaciendo su diversidad de intereses, como el caso de Boves. Pero con alternativas convivenciales como la gestada por Pedro Zaraza o la astutamente centralizadora que urde y consagra a Páez.

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Imagen tomada de http://cuentaelabuelo.blogspot.com/

2 comentarios:

Altayre dijo...

Simplemente excelente, muy buena entrada.

Camila dijo...

La verdad que la entrada es excelente. Disfruto mucho de estar en mi casa y pedir comidas a domicilio mientras me quedo surfeando en la web y buscando distintos blogs tan interesantes como este