Daniel Scott
En la madrugada del miércoles 20 de octubre se nos fue nuestro gran amigo Pedro Sivira, intelectual de trayectoria,conocido redactor del Nacionalista, autor de libros muy leídos y creador de varias páginas culturales que circularon en el diario donde trabajó por tantos años. Pedro Sivira era un valioso intelectual en cuya mente resplandecía la idea y en su lengua el dato histórico, el conocimiento y la palabra sincera.
A Sivira le conocí a principios de los noventa cuando se despertaban mis propias inquietudes intelectuales y me aventuraba tímidamente a escribir en serio en El Nacionalista, al igual que lo hizo mi padre por muchos años. Sivira ocupaba el puesto de redactor del Diario, de manera que todos escrito mio tenía que pasar antes por sus manos. Era la época de las escandalosas máquinas de escribir y los correctores. Recuerdo con gracia que al principio me recibía muy serio y con cierta frialdad. En fin era la primera vez que asomaba mi rostro novato por esos lares. No le hacía caso porque yo jamás juzgo a los hombres por la delgada corteza de sus apariencias. En efecto: a medida que mis párrafos se posaban en su mesa de trabajo, su actitud sufrió una especie de transfiguración bíblica, y a partir de entonces tuvo para mí el gesto afable de un hombre que no solo me publicaba con gusto todas las semanas, sino que además me compartía de buena gana sus sueños.
Recuerdo que uno de mis artículos, que hablaba de la felicidad, produjo en su ánimo un impacto positivo, tanto que tuvimos una larga charla de sobremesa, en donde me expuso de una manera ordenada y con entusiasmo todos los sueños que quería hacer realidad. Se conceptuaba escritor, y en esa dirección deseaba centrar todos sus esfuerzos. Sin embargo lanzó un suspiro y exclamó: “Pero la vida no es solo escribir párrafos o poesía, es cosa de traer a casa el pan cotidiano.” Sus palabras quizá reflejaban la vieja realidad de una sociedad que no sabía y aún no sabe acoger en su seno el oficio de escritor. Sabemos de mucho talento literario que ha desaprovechado en tal sentido. Se podrían enumerar casos y mas casos pero no vale la pena. Sivira ejerció con devoción de quijote y de manera sistemática el periodismo eminentemente cultural, en unos días donde la gente se ocupa solo de la política, como si esa fuese nuestra única realidad como pueblo. Allí queda el legado de sus páginas.
Nos vimos por ultima vez el pasado mes de julio. Nos acompañaba José Obswaldo Pérez, otro gran amigo. Recuero que nuestro tema de conversación seguían siendo los mismos: la política, episodios históricos cercanos y lejanos, la idiosincrasia del pueblo venezolano, de como la gesta independentista acabo con la sociedad colonial venezolana. ¡El regocijo de la mutua compañía y el conocimiento compartido. Por ultimo me hablo de “Candil Editores” página que dirigía con mucho orgullo junto al periodista José Obswaldo Pérez.
Se nos fue Pedro Sivira pero nadie que haya escrito se nos va del todo. ¿Será mejor decir que la tinta y el papel insufla de inmortalidad al que escribe? Un párrafo puede fijar y expresar la personalidad y la calidad humana del escritor. Sivira se queda en medio nuestro con obra tales como: “Extrañas oincidencias: y la rica fuente nunca estuvo seca”, “El paso de la Historia”, “Alberto Carnevalli “El fuego de su pensamiento” entre otros.
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