jueves, 14 de enero de 2010

Semblanzas del llano adentro:

El Sentimiento Apureño de Manuel Luna


Prof. Elvin Barreto Guédez

ebarreto@usb.ve

Universidad Simón Bolívar

Dpto. de Formación Gral. y Ciencias Básicas


En el fundo Vista Hermosa, cercano al viejo pueblo de San Rafael de Atamaica, en el bajo Apure; encontramos a Manuel Luna, conocido entre sus paisanos y amigos con el remoquete de blanco pobre, dado por el pescado que es común en la zona.

Manuel nació el 7 de diciembre de 1925 en Las Guaiquitas, sabanas del renombrado hato La Candelaria – el mismo que evoca Antonio José Torrealba Osto y Rómulo Gallegos – cercano a San Miguel de Cunaviche del estado Apure.

“Sesenta y seis leguas de sabanas tiene La Candelaria, desde La Culata hasta La Trinidad…”, nos dijo Manuel, quien conoce desde que era un niño esos parajes como si fueran las palmas de sus manos y que además recorrió, estando mediano, arreando reses y bestias.

Manuel Luna.

Encontramos a Manuel en los quehaceres del fundo con la camisa abierta, los pantalones arremangados y calzando botas de hule. A pesar de sus años, se mantiene vigoroso, con una sonrisa y un cacho a flor de labio. Se contentó mucho al saber de nuestra visita y luego de saborear el tinto y entrar en calor, iniciamos la entrevista preguntando acerca de sus inicios en la música de las sabanas, contestando:

A los dieciséis años empecé a tocar arpa oyendo a famosos como Julián Sánchez y Gabriel Lamuño. Yo hacía mis propias arpas poniéndoles alambres de cobre y tripas de puerco espín. Mi primera arpa grande me la hizo mi padrastro Julián Tomedes, que también era músico. Mi primer baile lo toqué en San Nicolás, en el camino a San Rafael, en la casa de Esteban Macea. Después me iba por el río con el coplero Delfín Coboruco ó Curuco, como le decíamos, a tocar hasta Ciudad Bolívar y Valle de La Pascua…

Prosiguió contando su historia Manuel Luna:

Estando en Caracas para el año cincuenta y dos me metieron con el conjunto número cinco de los juancheros de la polar, junto con Pedro Emilio Sánchez, que era el cantante. Estuve dos meses con el conjunto y después me fui pa’ mi pueblo… Hasta que recibí un telegrama firmado por mi compadre Julio César Sánchez Olivo, que me decía que Loyola necesitaba de un arpista…

Luego de esa breve experiencia en una de las veintenas agrupaciones musicales llaneras que a lo largo del país organizó por aquellos años la industria cervecera Polar, para amenizar fiestas patronales y eventos promocionales de la pecaminosa bebida; se le presentó a Manuel Luna la oportunidad de acompañar con el arpa a uno de los más renombrados cantores llaneros de todos los tiempos, al guariqueño Ángel Custodio Loyola, quien ya venía en ascenso su fama artística.

Dos hombres emblemáticos de la música llanera: Omar Moreno Gil y Manuel Luna. Al fondo, el río Atamaica.

Cuenta Manuel Luna:

Ensayamos y me quedé con Loyola. Iba de retirada el arpista Lucio Mendoza. Loyola y sus guariqueños eran muy famosos. Estuve con ellos por cinco años. Con mi compadre Loyola grabé por primera vez: “Llanero contramarcado”, “Puerto Miranda”, “El cimarrón”. Estos dos últimos con música mía. Con Loyola y sus guariqueños grabamos en total nueve volantes, que eran los discos chiquitos de cuarenta y cinco que traían dos temas. Era tanta la confianza que me tuvo en vida Loyola, que me hizo director del grupo. Recuerdo que estuvimos de gira por Caracas, San Juan de los Morros, Valencia, Maracay, Guanare, Acarigua y Barinas. Por cierto que en esa gira, Loyola hizo la letra del pasaje “A Barinas”, con música mía…

Continuó explicando Manuel, que tuvo que abandonar a Ángel Custodio Loyola y su agrupación para el año 1960, por motivos familiares: “Tuve que escoger entre Loyola y mis hijos…”. Entonces, Manuel se residenció en San Rafael de Atamaica para dedicarse con su esposa Emma Emperatriz Gámez a levantar la familia, un total de nueve párvulos, cuatro de ellos con dotes musicales. Años después de nuestra vista, doña Emma murió de una penosa dolencia, en San Fernando de Apure.

A pesar de las atenciones a la familia y el fundo, para Manuel no fue nada fácil desprenderse de la música. Poco después, ha mediado de la década de los sesenta, empezó a ser frecuentemente visitado por un arpista que se iniciaba en el mundo de la música y la grabación, ese era Omar Moreno Gil. Omar, en su condición de director artístico de las disqueras Cachilapo y Discomoda, visitaba a Manuel y a otros músicos en búsqueda de material para grabar en los estudios que se encontraban en Caracas.

Dijo Manuel:

Omar viene desde hace muchos años hasta mi casa, acá en San Rafael, a buscar composiciones y letras mías. Muchas fueron grabadas en Caracas por los copleros José Francisco Montoya, Jesús Moreno, Eloy Morales, Nelson Morales…

Centro Cívico Cultural Don Manuel Luna, en San Rafael de Atamaica (edo. Apure).

La fama de compositor de Manuel tomó resonancia nacional con el pasaje Sentimiento apureño, siendo la letra de este emblemático tema llanero de dos poetas de postín: Valentín Carucí y Pedro Emilio Sánchez. En relación a Sentimiento apureño, existe una anécdota que nos contó Omar Moreno Gil:

En una ocasión Pedro Emilio Sánchez estuvo de paso por Apure y escuchó una música de arpa que le impactó. Se decía que era autoría de Rogelio Gómez, que era arpista y policía de profesión. Como hombre ladino, Pedro Emilio memorizó ese pasaje y como no tenía letra, se la compuso. Fue a Caracas y se entrevistó con su cuñado Valentín Carucí y le propuso que buscara un cantante y un arpista para grabarla. Valentín nos buscó a José Francisco Montoya y a mí, aceptamos e inmediatamente ensayamos con el trozo de letra que recordaba Valentín. Pedro Emilio debía presentarse el día de la grabación con el resto de la letra, pero no llegó. Entonces, Valentín decidió completarla con su puño y letra…

“El éxito nos estaba estrechando…”, nos dijo Omar, pues, grabaron el pasaje y otros temas en enero de 1965 en los recién estrenado estudios de sonomatriz de la Fábrica Venezolana del Disco (FAVEDICA), para el sello Discomoda, que dirigía César Roldán. Montoya y Omar bautizaron con el nombre de Sentimiento apureño el pasaje grabado, que seguidamente se convirtió en un éxito musical, siendo el inicio discográfico de José Francisco Montoya junto con el arpa de Omar Moreno Gil.

Pedro Emilio Sánchez y Valentín Carucí compartieron la autoría de la letra y la música, finalmente, resultó pertenecer a Manuel Luna y no a Rogelio Gómez. Para aquel tiempo, Montoya y Omar se entrevistaron con Manuel y éste les firmó una autorización en donde se reivindicaba como autor musical de Sentimiento apureño. La calidad de posteriores producciones musicales de Manuel Luna demostró quien era el verdadero compositor.

Placa del Centro Cívico Cultural Don Manuel Luna.

Otro importante pasaje de la letra y música del cunavichero Manuel Luna, grabado por primera vez en la voz de Jesús Moreno y el arpa de Omar Moreno Gil, es Camino de mi esperanza. Una de las estrofas se lee así:

Si los caminos se mudan

en mi no esperes mudanza

porque siempre soy el mismo

aunque tenga tardanza…

Otro tema renombrado, autoría musical de Manuel Luna es Los maizales, con la letra del poeta barinés Eduardo Hernández Guevara. Con el pasar de los años y el éxito de sus composiciones, la casa de Manuel Luna empezó a ser frecuentada por cantantes nacionales, en solicitud de composiciones para grabar.

En reconocimiento a su labor artística, el gobierno municipal de San Fernando de Apure inauguró el 22 de agosto de 1998 el Centro Cívico Cultural Don Manuel Luna, el más grande e importante de la localidad, en donde se imparte a la juventud de San Rafael y sus alrededores, clases de arpa y otros instrumentos musicales.

Despedimos a Manuel Luna y su familia, hasta un próximo encuentro de letras y arpegios en el llano adentro.

(Trabajo de campo y fotografías efectuados por el autor, el 25 de febrero de 2006 en San Rafael de Atamaica, edo. Apure)

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