Ponencia presentada en el:
V ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE VENEZUELA
CALABOZO, SABADO 27 Y DOMINGO 28 DE JUNIO
HOMENAJE A FRANCISCO LAZO MARTI EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE.
ATENEO DE CALABOZO Y EL GRUPO DE HISTORIA REGIONAL Y LOCAL
ADSCRITO A
Adolfo Rodríguez
El Llano es una ola que ha caído
El cielo es una ola que no cae.....
F. Lazo Martí (Silva Criolla)
Días luego de la muerte de Francisco Lazo Martí (1869-1909): comienzan las dudas acerca del día exacto del infausto suceso. El periódico El Bazar, fundado en Calabozo y establecido en Caracas, informó:
“El lunes 9 de los corrientes falleció en la ciudad de Maiquetía el eminente poeta y doctor en medicina, Francisco Lazo Martí, hijo muy ilustre de la ciudad de Calabozo.
“Fue a las riberas del Caribe a dar una tregua a sus quebrantos, y lo sorprendió la muerte, joven todavía, lleno de esperanzas, de ilusiones y de nobles ideales.
“Hubiera él deseado exhalar su último suspiro a la linde de la llanura infinita, que cantara en ritmo sonoro, pero Dios dispuso que fuera arrullado en su sueño eterno por el incesante rumor de las olas; y que su tumba mirase hacia el océano inmenso.
Falleció el domingo 8 de agosto de 1909. Torrealba Lossi (1970), localiza y da a conocer la partida en la que consta que el lunes 9 se presentó ante el señor Aurelio Alvarado, primera autoridad civil de la parroquia Maiquetía, el señor José Donates, para exponer que el día anterior, a las cuatro antes meridiem, había fallecido el doctor Francisco Lazo Martí, casado, de cuarenta años de edad, médico, e hijo legítimo de Francisco Lazo y Margarita Martí. El galeno Luís Velásquez, que hace la autopsia, determina apoplejía cerebral como causal del desenlace.
El entierro debió producirse ese lunes o el martes 10 como se desprende de los telegramas que circularon entre Caracas y Calabozo:
El más tempranero el lunes a las 12 meridiem, el remitido por los médicos Carlos Segundo Madera, José María Carreño Pérez, Luís Ascanio García, Paulo Emilio Landaeta Llovera, Etanislao Landaeta y Vicente Viana Camacho, dirigido a los colegas Francisco Monroy González y Juan Landaeta Llovera, para que los representen y ofrenden coronas.
A las 2 y 40 de la tarde un grupo encabezado por Filiberto Rodríguez Motamayor, cuñado de Lazo; Miguel A. Espinoza, Francisco Mier y Terán, Miguel León Rísquez, Agustín Bosch Rodríguez y Félix Loreto Quintana, dirigiéndose al director de El Bazar, señor Luís Corrales y al doctor Pablo Godoy Fonseca, con igual fin.
El martes 10, a las 8 de la mañana, el secretario general de gobierno Francisco Jiménez Arráiz, atendiendo órdenes del gobernador General Manuel Sarmiento, designan a Juan Landaeta y a Tomás Sarmiento, para que asistan en su nombre al sepelio.
Como indica El Bazar, Lazo Martí en ningún instante estuvo desasistido de su gente, de familiares y amigos y, sobre todo, de la atención y el interés del gobierno del Estado y de la intelectualidad local y nacional, como se desprende de manifestaciones registrados desde el 20 de marzo de tal año en que el ejecutivo regional decreta un aporte para trasladar al poeta a Caracas, en busca de alivio ante la “parálisis” que lo aqueja.
En un récipe suyo en que la fecha se limita a las tres primeras cifras del naciente siglo - 190 – se disculpa ante Juancho Cartens, expresándole escrúpulos para medicarlo y le notifica de sus propios males:
“¡Oh Dios mío, que me valga / Este papel por tarjeta, / y que una carta me salga
sin veneno de receta!
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“Sabiamente soy incapaz de envenenarte. Amistosamente, es decir, como hombre, soy incapaz de hacerte ningún mal, oh mi amado Juancho amigo!
Amistosamente, pues, te aviso recibo de tu grata tarjeta, cuya lectura me ocasionó verdadero placer.
“Yo te diré como el labriego al Rey que le interrogó por su vida: “Señor! Yo vivo muriendo.
“Así también le sucede a tu amigo, F. Lazo Martí”.
En Caracas se movilizaron políticos, intelectuales y periodistas, entre otros el Ministro de Obras Públicas, Roberto Vargas, a quien había secundado en
El sábado 24 de marzo de 1909, se convoca a reunión en los talleres del periódico El Tiempo, representado por los hermanos Fernando y Carlos Pumar. Invitan también Santiago Key Ayala y Alberto Zérega Fombona del periódico
Lazo Martí llega el lunes 5 de abril, de acuerdo con información del diario El Universal del siguiente día, que reporta: “El autor de
Entre el 3 y el 4 de abril debió producirse el viaje de Calabozo hasta Cagua, quizá en alguna carreta de las que cruzan la región.
El 24 de abril informa El Bazar que “Está hace días, entre nosotros, el dulce poeta calaboceño, agobiado su espíritu por crueles dolencias”.
“La prensa capitalina cumplió con su deber cuando propuso su traslación a esta ciudad, para ver de alcanzar la salud del ilustre bardo”.
“El Gobierno cumplió el suyo facilitando los medios, y hoy está el querido enfermo bajo un tratamiento adecuado a la terrible enfermedad, que lo ha postrado.
“Muchos de sus más notables colegas en
“El Gobierno del Guárico ha cumplido también su deber al decretar una suma para contribuir a los gastos de traslación del Dr. Lazo.
“Aplaudimos estos hechos que hablan alto de los nobles sentimientos que animan a gobernantes y periodistas.
“Hacemos votos muy sinceros por la salud del querido amigo y paisano”.
Malaspina (1998) analiza las posibles causas de la enfermedad que dio término a la fúlgida trayectoria del calaboceño.
Alvarado (1958), en texto de 1913, rememora sus encuentros con Lazo, entre otros, el de Caracas, a donde ha ido a “solicitud de sus amigos...porque ya era presa de funesta, implacable dolencia. Dentro de su cráneo germinaba una extraña desintegración, y a paso lento conquistaba el laberíntico laboratorio del pensamiento. Era una sombra del poeta lo que restaba a sus amigos”. En mayo de aquel año mientras Enriqueta Arvelo Larriva escribe sobre “la honda impresión” que le produjo la visita de Lazo a Barinas, éste “se acercaba a las playas del mar Caribe...” (p. 188-9).
Ignoro el instante en que viaja a Maiquetía, ya que el 3 de julio, a casi un mes de su deceso, al referir Alvarado la prisión del poeta barinés Alfredo Arvelo Larriva en el Cuartel de Policía de Caracas, por presunto homicidio, refiere que mientras “Lazo Martí yacía avasallado por sus males y buscaba ansioso desde su lecho la escasa luz que dejaba pasar una claraboya abierto en el techo de su celda, en otra apartada celda... se estaba Alfredo Arvelo Larriva y desde allí solicitaba los versos que había escribir al doliente poeta” con qué amortiguar ambas penurias, ésta por “el mal de
Numerosas necrologías, sufragios y mesenianas dan cuenta del impacto dejado por el fin del antor de
El Bazar del 16.08. informó que “su enterramiento fue una patética demostración del grande aprecio en que lo tuvo la sociedad, por su gran talento y, sobre todo, por sus grandes virtudes.
“En el acto estuvieron representados todos los gremios de su ciudad natal... y la intelectualidad del Distrito Vargas en varios de sus más notables miembros”.
El Dr. Elías Landaeta V., colaborador de El Bazar, expresó en el sepelio:
“Inclínense fervientes nuestras almas ante la tumba que guarda los despojos del eminente poeta...”
Refiriendo luego “la triste fortuna y dolorosa honra” señalada a aquel ataúd. Agregando que su muerte era “un duelo para el Arte, para
El poeta José T. Guevara le dedicó un soneto, que reprodujo El Diario de
Su vida fue un ejemplo de nobleza;
Y él fue un admirador de la belleza
Que puso en esta tierra
En Maiquetía Agustín Beroes hace el 10 de agosto un responso que inicia con una exclamación: “Ya el poeta no existe!” Y prosigue lamentando que el poeta abandonase sus pampas para languidecer a orillas de una “fatídica montaña que tanto celo puso siempre en su alma”.
La prensa caraqueña se extendió en sufragios:
El Universal deplorando que se marchase joven a la orilla de una montaña “nunca amada por él” en lugar de morir “en la tarde de la vida y en la linde de un estero”, concluyendo así: “Poeta! Viva tu recuerdo en los corazones de los que supimos quererte y admirarte, ya que al desaparecer de la vida no pudiste tener, a la sombra de tus matas y a la orilla de tu río”, el triste ¡adiós! de los pañuelos blancos!
Se quejó El Tiempo de que “Nunca como ahora debió ser la ciencia vencedora de la muerte. Su vencimiento de hoy...es un soplo cruel que extingue una chispa de ingenio prometedora de mayores días de gloria para las letras patrias”
Sancho Panza que “Es este un duelo que contrista a toda Venezuela. El espíritu del poeta era como un fluido puesto en sus magníficas estrofas”
El Pregonero que “Lazo Martí, en el sentido perfecto de la frase, fue el más alto poeta venezolano de los últimos tiempos.
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“No mancilló su lira ni su nombre, en los menguados tiempos cuando nombre y lira sólo eran cosas de vergonzoso tráfico. Antes prefirió marcharse a la guerra; y aquel suave paladín del ensueño, generoso como Francisco de Asís, ciñó al cinto la espada fuerte y su penacho lírico flameó entre el humo de las cargas impetuosas...¿Acaso no vivía en él, toda entera, el alma nacional?
El Cojo Ilustrado fue prolijo:
“En la legión de poetas jóvenes que apareció en Venezuela hace tres lustros, con las harpas resonantes de harmonías nuevas y las manos llenas de flores imprevistas, distinguíase Lazo Martí entre los primeros, por la gala y el prestigio seductor de la empresa lírica grabada en su escudo. Era, en efecto, un cantor férvido y amoroso de las cosas natales, del espectáculo múltiple que ante sus ojos, enamorados de la luz de nuestra zona, ostentaba la naturaleza, en derroche de maravillas, por la extensión sin término de la pampa y en el claro cristal de los cielos; y al interpretar las voces secretas de las cosas, al descifrar la muda elocuencia de los paisajes, hacíalo con la unción, el regocijo y la voluntad del sacerdote que cumple un rito sagrado, como poseído realmente por el divino y harmonioso furor de un Numen.
“Sus gustos, y la intensidad de sus emociones ante los cuadros de la naturaleza de su comarca, hiciéronle poeta casi exclusivamente descriptivo. Más, ataviadas con los suntuosos arreos de su inspiración, vestidas como con un suave reflejo de la propia luz que sobre los llanos inmensos vierte el sol magnífico, sus descripciones cobran un encanto irresistible y profundo: ni se advierte jamás leyéndolas aquel género de fatiga ordinaria con que las descripciones desalientan y aniquilan muchas veces el entusiasmo del lector más animoso. Este linaje de poesía parece destinado a imperar por algún tiempo en nuestra literatura, y a ilustrarla, siendo como es el único en que ampliamente y con seguridad puede difundirse el alma autóctona de nuestras tierras, faltosos como estamos de tradiciones claras y de fuertes vínculos étnicos que nos liguen al pasado del territorio, y privados aún de los estímulos capaces de hacernos encontrar en la vida ciudadana y en el ambiente moral e intelectual de la época motivos de inspiración vigorosos.
“Lazo Martí siguió con acierto el camino en que Bello hizo la primera jornada con su “Silva a
“Con Lazo Martí perdemos uno de los más legítimos y eminentes representantes de nuestra Poesía. Sobre su prematuro sepulcro, congojado en actitud élega, llora las bellezas que germinaban en el estro del cantor y que nunca saldrán a la luz del día, el numen de
Alvarado (1958) reproduce este epitafio:
“Volarán de la playa del Caribe, viajeras golondrinas a las pampas, y desde el ramaje de un árbol solitario, bajo el cielo muy azul, en la sabana muy verde, dirán la nueva, y el viento la repetirá; en las lenguas sonoras de las rocas dirá la tierra su dolor; y en los peñales del cauce el agua cantará su tristeza. Esto si la golondrina no llega tarde, porque el alma del poeta, al abandonar la miseria del cuerpo, no iría a despedirse de los gamelotales, de las cañas, de las manadas...de todo cuanto amó tanto y con lo que vivió en íntima sensación...”
El presidente del Guárico David Gimón decretó en 1913 el traslado de los restos de Lazo Martí a Calabozo. Las palabras de recibimiento las pronunció Filiberto Rodríguez en
“Pronto dormirán bajo tierra sagrada las cenizas del poeta que hallaron techo piadoso al abrigo del templo de Dios”.
Aunque antes dijo:
“Pintaros su vida! Si basta una sola pincelada diciendo que “nació como las aves, cantando”, que llevaba en sí el alma, la alegría, la opulencia de luz de nuestro cielo, al propio tiempo; que la desolación infinita de nuestros desiertos; y que merced a esa compenetración de su ser en el ser de la naturaleza que lo rodeó en su cuna y en sus días de juventud y de esperanza, pudo convertir, con su paleta de artista inimitable, en rica tela de maravillas, el olvidado lienzo de la pampa”.
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“Amó la ciencia, y a fuerza de constancia, de estudio y de penalidades, se hizo médico. Tal vez fuera éste rumbo el predilecto por inclinación simpática de su temperamento hacia todo lo armónico y perfecto. ¿No es el hombre la obra de arte más acabada que haya salido de las manos de Dios?
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“Amó su ciencia y la entendió, pero se habría ruborizado de que lo creyesen sabio, aunque por las junturas de su modestia trascendiese a sabiduría el juego de su espíritu. Le dolía el daño ajeno más que el propio y se gozaba de remediarlo”.
Agregando que "Supo él cantar
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
ALVARADO, Lisandro. Francisco Lazo Martí, en Obras Completas T. VII: Miscelánea de Letras e Historia. Caracas: Ministerio de Educación, 1958.
ARVELO TORREALBA, Alberto. Lazo Martí vigencia en lejanía. Caracas: INCIBA, 1965.
LAZO MARTI, F. Poesías. Estudio Preliminar de Eduardo Crema. Caracas: Academia Venezolana de
LAZO MARTI, Francisco. Primeras Páginas. Compilación y prólogo de Carlos César Rodríguez. San Juan de los Morros: FUNDACULGUA, 1995.
MALASPINA, Edgardo. De qué murió Francisco Lazo Martí, en Literatura y Medicina. San Juan de los Morros: Ejecutivo del Estado Guárico, 1998.
MEDINA, José Ramón. Los homenajes del tiempo: vida y obra de Francisco Lazo Martí. Caracas: Monte Ávila Editores, 1971.
RODRIGUEZ, Adolfo. Tiempo Escolar de Francisco Lazo Martí. Los Teques: Colegio Universitario de Los Teques, 1973.
RODRIGUEZ, Carlos César. Glosa a
RODRIGUEZ, Filiberto. Ante
TORREALBA LOSSI, Mario. La poesía de Francisco Lazo Martí. Caracas: Artes Gráficas, 1970.
Fotografía: Esteros de Camaguan (Arturo Álvarez D'Armas)
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